El arma más misteriosa y enigmática de la historia:
EL Fuego Griego.
El
Imperio Bizantino
Al morir el Emperador Romano Teodosio I en el 395 el Imperio es dividido en dos porciones. Una Occidental con capital en Roma y otra Oriental con capital en Constantinopla (la actual Estambul). A pesar de que Roma cayó ante los bárbaros en el año 476 su parte Oriental se mantuvo en existencia hasta el 1453. Si bien en un principio los Bizantinos eran culturalmente romanos, al estar dicho Imperio étnicamente compuesto por una amplia mayoría de griegos, con el tiempo se fue helenizando. Es por esta razón, refiriéndonos a su fuerte cultura greco-macedonica, que muy poca gente hoy en día asocia a los bizantinos con los romanos.En un principio el Fuego Griego era arrojado desde las embarcaciones bizantinas hacia el área donde se encontraban los navíos enemigos. Solo bastaba una flecha en llamas para que el área, tanto barcos como la superficie misma del agua, se convirtan en un ardiente infierno. Literalmente no había flota enemiga que pudiera soportar un ataque con esta letal sustancia ya que según varios recuentos de diferentes bandos de la época, el Fuego Griego no solo flotaba en el agua sino que además se adhería a su víctima (muy similar al napalm de las bombas de hoy en día). Con el tiempo, se fue adaptando a catapultas y herramientas de asedio siendo utilizado para amedrentar a las tropas defensoras de fortalezas y ciudadelas. Pero más impresionantemente aun a mediados de la Edad Media, valga la redundancia, un arma portátil fue adoptada: el primer lanzallamas de la historia. Se utilizaba un bastón con forma de garra el cual estaba conectado a un tanque con la sustancia mediante una manguera. Al acercarse las tropas enemigas un sistema manual hacía de bomba y por la garra del bastón salía un rocio de Fuego Griego el cual, al ser prendido con una antorcha o flecha ardiente, aterraba a los contrincantes.
Qué era el Fuego Griego
Nadie lo sabe a ciencia cierta. Solo se sabe que fue inventado en el 670 por Callicinus en Constantinopla. Callicinus era un arquitecto de Heliopolis en la provincia de Judea (aunque varios historiadores fechan el descubrimiento varios siglos antes en Alejandría, esta discrepancia radica en que existen registros del 400 antes de Cristo mencionando una sustancia similar). Al mostrarle a la junta de generales la capacidad de su descubrimiento, éstos decidieron guardarla bajo el mayor de los secretos, asesinando a cualquiera que conociera su composición y limitando la elaboración a un selecto grupo de alquimistas de confianza que trabajaban bajo estricto control del Imperio. El secreto se mantuvo tan bien que al día de hoy nadie sabe de qué estaba compuesto.
Su comportamiento era similar al napalm flotaba en el agua y hasta ardía debajo de esta, se adhería a la víctima y era prácticamente imposible de apagar, incluso al cubrirlo con arena si esta era removida continuaba ardiendo. Tras varias investigaciones se dedujo que consistía en un liquido inflamable basado en un compuesto de hidrocarburos de baja densidad. Hoy en día hay dos sugerencias sobre su posible composición: algunos, como la NASA, sugieren que podría haber estado compuesto de nitrato de potasio en estado mineral, sulfuro y petróleo; mientras que otros piensan en un compuesto de nitrato de potasio combinado con petróleo. Sin embargo, estas son solo suposiciones y su verdadera fórmula ha muerto junto al Imperio Bizantino.
En algunos sectores de la ciencia mas atrevida, se piensa que la tecnología empleada para fabricar el Fuego Griego era extraterestre.
Las ruinas del olvidado puerto bizantino delatan misterios por resolver
En un dique del puerto del Imperio Bizantino descubierto tras una sequía, cerca de Estambul, los arqueólogos excavaron lo que fue un antiguo centro floreciente. Pero, ¿cómo encaja esto en una ciudad de 1.600 años de antiguedad.
Ocultas durante un milenio, tuvo que ocurrir una grave sequía en el siglo XXI para revelar las ruinas de una ciudad portuaria perdida hace mucho tiempo. Cinco años después de que los arqueólogos descubrieran los cuatro kilómetros de largo de su malecón en un lago contaminado a 20 kilómetros de Estambul, ellos continúan desenterrando Bathonea, que está produciendo una gran cantidad de raros artefactos y una arquitectura que abarca mil años de la era bizantina. Las excavaciones de este año duplicaron prácticamente el tamaño conocido de Bathonea, reforzando la idea de que se trataba de una ciudad rica y bien conectada, con un puerto completamente equipado del que se nutrían allá por el siglo XI, cuando un terremoto la destruyó en gran parte. Bathonea es un raro e importante hallazgo, ya que poco queda en Bizancio (ahora la moderna ciudad de Estambul) de aquellos primeros siglos bizantinos, o del Imperio Romano de Oriente. El antiguo centro urbano se ha reconstruido encima tantas veces en sus 1.600 años de historia que ha dejado mucho detrás. Situada en una larga península de cultivos sobre el lago Kucukcekmece, que una vez fue una entrada en el Mar de Mármara, Bathonea reapareció en 2007 cuando una sequía redujo drásticamentte el agua del lago, dejando al descubierto partes de la muralla. Y al final resultó ser casi la mitad de la longitud del muro que alguna vez rodeó a Constantinopla (así fue rebautizada Bizancio por Constantino el Grande). El tamaño de la pared sugería que Bathonea era un puerto de seguridad importante para buques que se dirigían a Constantinopla, a comienzos del siglo IV, y el por qué la ciudad se fue convirtiendo en la sede del poder del Imperio Romano de Oriente. En años anteriores, los arqueólogos, dirigidos por Sengül Aydingün, de la Universidad Kocaeli, descubrieron algunos de esos diques rompeolas, una villa de varios pisos o palacio, una enorme cisterna, las bases redondas de un templo griego, y los últimos restos de una iglesia bizantina y el cementerio. Cerca de allí, los caminos de piedra se cruzan entre sí, sobre 1.500 años de historia. En 2012 se descubrió un gran edificio de varios pisos y una serie de pequeñas habitaciones al lado de la villa, cuyos artefactos indican un monasterio con talleres para la fabricación de metal, joyería y vidrio que comenzó su producción en el siglo IV. Los moldes de joyería que descubrieron nos ofrecen la primera evidencia arqueológica de la producción de joyas en Constantinopla, una tradición conocida a partir de las fuentes históricas. Otra clave fue encontrar, excepcionalmente conservadas, dos partes de la red de canales de agua subterráneos de cientos de metros de largo que mantenían la cisterna de Bathonea y sus edificios anexos con suministro de agua dulce. Otra cosa que hallaron fue un escondido edificio helenístico visto entre las estructuras decimonónicas y una carretera que lo conecta a un puerto del siglo II antes de nuestra era, y que ofrece aún más pruebas de los primeros días de Bathonea.
El enorme terremoto del siglo XI parece que pudo destruir gran parte de Bathonea. Los arqueólogos siguen encontrando muros derribados de todos los edificios (incluso uno que mató a los tres hombres descubiertos bajo los escombros). Sin embargo, a juzgar por la cerámica encontrada, algunos residentes se ganaban la vida en Bathonea en fechas tan tardías como el siglo XII. Quedan muchas preguntas: ¿Cuál era la conexión de Bathonea con Constantinopla? ¿Quién vivía allí? Si era un puerto importante habitado por ricos y poderosos, la región fue refugio bien conocido por la élite de Constantinopla durante siglos, ¿por qué no aparecen en las conocidas fuentes históricas? (Su nombre es un marcador de posición, inspirado en dos referencias distintas de hace ocho siglos) ¿Y cuál fue su relación con Rhegion, un imperio local sito al otro lado del lago, en el Mar de Mármara? Para tratar de responder a estas preguntas, Aydingün y su equipo, se centrarán en la excavación este año en la punta de la península, donde el radar ha detectado que puede haber estructuras bajo tierra. También esperan reiniciar la exploración submarina. En 2008 se descubrió un edificio que pudo haber sido un faro. La tradición local sostiene que se trata de un minarete mágico que se eleva para advertir a los pobladores cercanos cuando pecan demasiado.
Ocultas durante un milenio, tuvo que ocurrir una grave sequía en el siglo XXI para revelar las ruinas de una ciudad portuaria perdida hace mucho tiempo. Cinco años después de que los arqueólogos descubrieran los cuatro kilómetros de largo de su malecón en un lago contaminado a 20 kilómetros de Estambul, ellos continúan desenterrando Bathonea, que está produciendo una gran cantidad de raros artefactos y una arquitectura que abarca mil años de la era bizantina. Las excavaciones de este año duplicaron prácticamente el tamaño conocido de Bathonea, reforzando la idea de que se trataba de una ciudad rica y bien conectada, con un puerto completamente equipado del que se nutrían allá por el siglo XI, cuando un terremoto la destruyó en gran parte. Bathonea es un raro e importante hallazgo, ya que poco queda en Bizancio (ahora la moderna ciudad de Estambul) de aquellos primeros siglos bizantinos, o del Imperio Romano de Oriente. El antiguo centro urbano se ha reconstruido encima tantas veces en sus 1.600 años de historia que ha dejado mucho detrás. Situada en una larga península de cultivos sobre el lago Kucukcekmece, que una vez fue una entrada en el Mar de Mármara, Bathonea reapareció en 2007 cuando una sequía redujo drásticamentte el agua del lago, dejando al descubierto partes de la muralla. Y al final resultó ser casi la mitad de la longitud del muro que alguna vez rodeó a Constantinopla (así fue rebautizada Bizancio por Constantino el Grande). El tamaño de la pared sugería que Bathonea era un puerto de seguridad importante para buques que se dirigían a Constantinopla, a comienzos del siglo IV, y el por qué la ciudad se fue convirtiendo en la sede del poder del Imperio Romano de Oriente. En años anteriores, los arqueólogos, dirigidos por Sengül Aydingün, de la Universidad Kocaeli, descubrieron algunos de esos diques rompeolas, una villa de varios pisos o palacio, una enorme cisterna, las bases redondas de un templo griego, y los últimos restos de una iglesia bizantina y el cementerio. Cerca de allí, los caminos de piedra se cruzan entre sí, sobre 1.500 años de historia. En 2012 se descubrió un gran edificio de varios pisos y una serie de pequeñas habitaciones al lado de la villa, cuyos artefactos indican un monasterio con talleres para la fabricación de metal, joyería y vidrio que comenzó su producción en el siglo IV. Los moldes de joyería que descubrieron nos ofrecen la primera evidencia arqueológica de la producción de joyas en Constantinopla, una tradición conocida a partir de las fuentes históricas. Otra clave fue encontrar, excepcionalmente conservadas, dos partes de la red de canales de agua subterráneos de cientos de metros de largo que mantenían la cisterna de Bathonea y sus edificios anexos con suministro de agua dulce. Otra cosa que hallaron fue un escondido edificio helenístico visto entre las estructuras decimonónicas y una carretera que lo conecta a un puerto del siglo II antes de nuestra era, y que ofrece aún más pruebas de los primeros días de Bathonea.
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