lunes, 28 de julio de 2014

16/ EL FINAL DE LA EDAD MEDIA.






El inicio del Renacimiento (de Europa) marca el final de la Edad Media. Entre los acontecimientos que determinaron el final de este periodo destacan la caída de Constantinopla en 1453; la utilización por primera vez de la imprenta en 1456; el descubrimiento de América en 1492; la Reforma Protestante iniciada por Lutero en 1517, y el florecimiento de las artes en Italia. 


La crisis del siglo XIV


Tras más de dos centurias de relativa tranquilidad social y política que propiciaron la prosperidad de la Baja Edad Media, el siglo XIV trajo una época de crisis en todos los sentidos.

Desde 1337 se prolongaba la Guerra de los Cien Años, que enfrentaba a franceses e ingleses y acabaría 116 años después.

Una época continuada de malas cosechas que provocó el hambre y la disminución demográfica.

No sólo las hambrunas provocaron la disminución de la población, el crecimiento descontrolado de las ciudades las convirtió en entornos insalubres donde se acumulaban deshechos, excrementos y animales, la situación ideal para la propagación de epidemias que se cebaban en los débiles y mal alimentados ciudadanos y se extendían por contagio a todos.

La peste negra asoló Europa y mató a un tercio de la población a mediados de siglo. Las ratas, portadoras de la enfermedad la transmitieron mediante las pulgas a las personas.

A finales del siglo XIV y principios del XV, la negra época que se había vivido durante el resto de la centuria fue olvidada por un periodo de bonanza económica y de buenas cosechas, de forma que la población europea volvió a recuperarse.

En este periodo, las monarquías impusieron su autoridad sobre los señores feudales.

El pensamiento se fue centrando en la naturaleza humana en si misma y no desde el punto de vista de su relación con Dios. De esta forma, no sin problemas con la Inquisición, apareció lo que en la siguiente época se llamará el humanismo.

La navegación siguió progresando en técnica, lo que permitió a los barcos europeos llegar más lejos. Los castellanos llegaron a Canarias y los Portugueses colonizaron las Azores y recorrieron parte de la costa africana. Se estaban poniendo las bases técnicas para llegar hasta América.

Todo ello anunciaba la llegada de la Edad Moderna.




El nacimiento del Império Otomano.


La historia está repleta de giros inesperados, pero pocos resultan tan sorprendentes como el de un pequeño principado de Anatolia que se convirtió en una de las mayores potencias del mundo y logró hazañas como la de conquistar la casi inexpugnable Constantinopla: el Imperio Otomano.

Apesar de ser uno de los mayores y más duraderos imperios islámicos de la historia, los orígenes del Imperio Otomano fueron humildes y oscuros. La pregunta de cómo un pequeño estado tribal sobrevivió a vecinos mucho más poderosos y finalmente logró derrotarlos es algo que ha intrigado a los historiadores durante décadas, especialmente porque casi toda la información que poseemos sobre sus orígenes forman parte del mito nacional construido cuando este ya era un imperio transcontinental.

La emergencia de la que sería la principal potencia del mundo musulmán durante la Edad Moderna no se puede atribuir a un único factor, sino a la suma de ellos: la debilidad de sus vecinos y unas políticas más tolerantes que otras potencias, entre otros, además de la suerte de verse favorecidos por desgracias ajenas.


PEQUEÑOS SUPERVIVIENTES.

Los orígenes del estado otomano pueden situarse a finales del siglo XIII, en un momento de inflexión en el que las dos potencias que se disputaban el control de Anatolia se encontraban muy debilitadas: a occidente, el Imperio Bizantino apenas empezaba a recuperarse de la conquista veneciana durante la Cuarta Cruzada; y a oriente, el sultanato selyúcida de Rum había concentrado su ejército en la frontera este para resistir a la expansión mongola. La coincidencia de estos dos momentos creó un vacío de poder en Anatolia que fue ocupado por diversos líderes tribales, en teoría vasallos de los sultanes selyúcidas, que con el título de beys les otorgaban una amplia autonomía sobre sus territorios.

Uno de estos territorios estaba dominado por un líder de nombre Osman, de cuyo nombre en árabe -Uthman- tomaría nombre su dinastía, los otomanos. Siguiendo una política de prudencia, mantuvo nominalmente su lealtad al sultán mientras conducía ataques contra los beys vecinos, apoderándose de sus fortalezas y ligando sus tribus a él sin llegar a proclamar su soberanía directa. El sultanato de Rum, en sus últimos estertores, nada podía hacer para impedirlo y cayó definitivamente ante las hordas tártaras y mongolas. Osman había aprovechado esta agonía para proclamarse sultán en 1299, reclamando de forma oficial el liderazgo que ya tenía de facto sobre Anatolia. Empezaba así la historia del Imperio Otomano, que duraría más de seis siglos.


UN ASCENSO INESPERADO.

Aun teniendo en cuenta la debilidad de sus vecinos, el ascenso otomano resulta sorprendente, especialmente en sus inicios, cuando no era más que un reino de base tribal. Desentrañar las razones de su éxito resulta complicado sobre todo porque carecemos de fuentes directas: los otomanos solo empezaron a dejar por escrito su historia a partir del siglo XV, cuando ya eran una gran potencia, y es probable que las crónicas fueran embellecidas para dar una pátina mítica a los orígenes del imperio.

Varios factores pudieron haber facilitado a Osman alcanzar el primado sobre los beys vecinos y especialmente sobre los territorios disputados a los bizantinos. Aunque ninguno lo explica totalmente, hay tres motivos que seguramente tuvieron un peso importante. El primero es que aplicaba una presión fiscal relativamente baja, lo que habría facilitado que los territorios en disputa prefiriesen estar bajo su mandato que el de los bizantinos o los venecianos. El segundo tiene que ver con la religión: por lo general, los otomanos eran bastante permisivos con los pueblos conquistados y los dhimmis-súbditos no musulmanes- no solo eran tolerados sino que podían alcanzar puestos de poder en la administración y en el ejército. El tercer factor fue el fuerte impacto de la Peste Negra en Europa, que ahondó la crisis económica y militar del Imperio Bizantino y le hizo imposible restablecer el control sobre Anatolia.

Sin embargo, no todo es atribuible a la fortuna. Alcanzado el poder, los sultanes otomanos se aseguraron de mantenerlo. Para ello implantaron una administración semejante a la de los khanes mongoles, que a su vez la habían adoptado de China, para transformar lo que era una confederación de tribus en un verdadero imperio. Reforzaron también su control sobre el ejército creando una guardia personal, los jenízaros, que respondían directamente ante el soberano, aunque con el tiempo terminarían por controlarlo.

Durante el siglo XIV, el naciente imperio empezó a dibujarse en el panorama europeo como el temible rival que sería durante los siglos siguientes. Las primeras victorias en Europa del Este contra Hungría y sus vasallos fueron un preludio a la caída de Constantinopla en 1453, momento en que el mundo debió aceptar que el Imperio Otomano había llegado para quedarse durante mucho tiempo.




Solimán el Magnífico: el gran sultán Otomano.


Altivo pero reservado, ambicioso y a la vez hábil diplomático, Solimán gobernó el Imperio otomano en su época de mayor esplendor, cuando cada primavera Europa temblaba ante sus ejércitos.

el 30 de septiembre de 1520, Solimán Khan se subió a una embarcación dorada de 36 remos y se sentó en la popa, entre cojines de terciopelo, telas de seda y algunos eunucos blancos que permanecían de pie frente a él. Poco después, la embarcación navegaba veloz sobre las aguas del Bósforo para entregarlo para siempre a la historia: a los 26 años, tras la muerte de su padre Selim I, Solimán se convirtió en sultán de los otomanos. El tercer día de la ceremonia de su coronación se dirigió a su pueblo ataviado con un rico vestido de oro, adornado con perlas y diamantes, luciendo en la cabeza un altísimo turbante decorado con una corona de piedras preciosas y con varios penachos compuestos de plumas de garza real, que simbolizaban las diversas partes del mundo sometidas al sultán. Su vida y su destino se ponían bajo el signo del diez, el número de la fortuna para los turcos.

Solimán vivió una juventud tranquila, pero marcada por el rigor de su severo padre, que lo preparó para su deber futuro. En los palacios de Estambul, la maravilla del mundo, la ciudad ideada y creada para la soberanía, aprendió tanto el uso de las armas como el conocimiento de las letras. Se educó en compañía de los pajes de origen cristiano que algún día se convertirían en sus visires, sus pachás, sus generales y sus gobernadores.



UNA PRESENCIA MAJESTUOSA.

De estatura superior a la media y miembros bien proporcionados, Solimán era de tez morena, con una frente amplia y unos ojos negros un poco saltones, cejas prominentes, nariz aguileña y boca bella pero no sensual, labios finos y poblado bigote. Con su porte altivo y reservado y su inteligencia vivaz y reflexiva, Solimán era un hombre más proclive a la meditación y al juicio que a las decisiones repentinas. La crueldad que había caracterizado a su padre, Selim I el Inflexible, reforzó en Solimán, como reacción, su amor a la justicia y la paz, y también su gran necesidad del afecto de su familia y amigos, por lo que amó intensamente a Mustafá, su hijo primogénito, a Ibrahim, su amigo de siempre, su brazo derecho y uno de sus grandes visires, y a Roxelana, la favorita de su harén, que se convirtió en su esposa. Su sentimiento por ellos era ciego.

A pesar de ser un político inmensamente hábil, Solimán carecía del gusto genuinamente oriental por la intriga. Era un estadista que sabía engañar a sus enemigos de manera perfecta y sabía mostrarse implacable e inexorable con los ministros y los subalternos que lo engañaban y que lo decepcionaban. Pero su debilidad por Roxelana lo llevó a cometer actos de venganza que han acabado empañando su memoria. Tales fueron los casos de su visir Ibrahim, al que finalmente ordenó ejecutar entre rumores de que conspiraba con los cristianos, y de su hijo mayor, Mustafá; Roxelana y el gran visir Rustem desvelaron los supuestos tratos de Mustafá con el sha de Persia, justo cuando Solimán le había declarado la guerra, por lo que el sultán lo llamó a la corte y ordenó a los Mudos, los verdugos encargados de tales menesteres, que lo asesinaran en su tienda.


EL GRAN LEGISLADOR OTOMANO.

Aclamado como Príncipe y Señor de la Feliz Constelación, César Majestuoso, Sello de la Victoria, Sombra del Omnipotente, Solimán aparecía en las ceremonias públicas como una figura de gran esplendor. Fue así como en 1530, tras 18 días de celebraciones por la fiesta de la circuncisión de sus tres hijos, se empezó a hablar de un emperador con un poder formidable y una incalculable riqueza, y toda Europa se hizo eco del nombre de quien parecía merecer en verdad el título de «Magnífico».

En la historia otomana, en cambio, Solimán fue recordado como el Legislador, Kanuni. El sultán, en efecto, desarrolló una considerable actividad legislativa y reformadora con el propósito de mantener el orden y asegurar el progreso de su vasto imperio. Pese a ser un musulmán piadoso, Solimán no fue nunca intransigente en materia religiosa, y el conjunto de sus leyes suponía una aplicación moderada del código del Corán. Eliminó el vino, puesto que era abstemio, pero no el café, introducido en Estambul en 1554. Puso todo su empeño en regir un Estado fuertemente centralizado, el único imperio internacional que existía en el siglo XVI; de hecho, fue bajo el gobierno de Solimán cuando la Sublime Puerta, como también se llamaba al Imperio otomano, estableció por primera vez relaciones diplomáticas regulares con Estados extranjeros. Impulsó importantes reformas, como la del sistema feudal con el que se gobernaba el Imperio, logró que súbditos de veinte pueblos distintos viviesen en armonía, fundó escuelas y concedió bienes a los ulemas, los doctores de la ley. Reformó la administración civil y militar, insistiendo mucho en el deber de la imparcialidad con respecto a todas las clases sociales. No dudaba en destituir y condenar a muerte a los funcionarios corruptos y se ganó el favor popular por los leves impuestos que estableció.

Además de administrador y legislador, Solimán fue también hombre de cultura. Sentía gran interés por las matemáticas y la historia, en particular por las gestas de Alejandro Magno, que conocía a través de los relatos del persa Nizami. Además de turco, Solimán hablaba árabe y persa y entendía el italiano. Dedicaba mucho tiempo a leer, en particular novelas persas. Amaba la música y poseía discretos conocimientos de astronomía, y, como su antagonista Carlos V, era un apasionado de los relojes y del arte de medir el tiempo.

Solimán fue también un destacado mecenas. Tras la conquista otomana de 1453, Constantinopla no había dejado de ser un gran centro cultural, cosmopolita y abierto al mundo. A la ciudad llegaban toda suerte de hombres ingeniosos, oradores, soldados y expertos en política. Muchos artistas, también extranjeros, gozaron del favor del sultán. Durante su reinado se produjo un gran florecimiento en el campo del arte y se establecieron las bases de una literatura nacional. A las importantes y soberbias obras de Sinan, el más insigne arquitecto turco del momento, el sultán añadió la restauración de acueductos, vías de comunicación y otras obras públicas. En todo su imperio no hubo ninguna gran ciudad que no embelleciera de forma más o menos notable. Gracias a su impulso, el esplendor y el prestigio de su imperio sobrevivieron muchos años.


EL SULTÁN CONQUISTADOR.

El deber supremo del sultán, sin embargo, era defender y extender los dominios de su imperio. Por ello, desde su coronación Solimán se cuidó de la regulación del poderoso ejército otomano, en particular de los jenízaros, el famoso cuerpo de infantería. También se ocupaba de la logística y la organización de cada una de sus campañas. Él mismo se ponía al frente de estas expediciones, siguiendo un lema que hizo inscribir a los pies de su cama: «Si el príncipe no va en persona a la guerra y no afronta el peligro, que esté seguro de que la mayor parte de sus empresas no tendrán éxito».

En esas campañas, el Magnífico sabía imponer disciplina a sus tropas, incluso en el momento de la retirada, y demostraba poseer ingenio no sólo durante la batalla, sino también en la mesa de negociaciones. Aunque por dos veces fracasó en su plan más atrevido, el de conquistar la capital misma del Imperio Romano Germánico, Viena (1529 y 1532), y en Malta sus tropas debieron retirarse tras cuatro meses de infructuoso asedio en el año 1565, sus otras expediciones se contaron por éxitos. Conquistó Belgrado en 1521, al año siguiente tomó Rodas y en 1526 ocupó Buda, la capital del reino de Hungría, que cayó casi enteramente en sus manos. En el este llevó a cabo varias campañas victoriosas en Persia. Sin duda, las testas coronadas más poderosas de Europa y de toda la cuenca del Mediterráneo temblaban cada primavera, cuando el ejército otomano reunía la impedimenta y se ponía en marcha hacia un nuevo objetivo.


EL FINAL DE UNA LEYENDA.

En 1566, Solimán se dirigió de nuevo con su ejército hacia los Balcanes. Era su octava campaña continental europea, esta vez contra Maximiliano de Habsburgo, y la decimotercera expedición de su vida. Por entonces, la edad y los achaques habían debilitado su salud. Lo atormentaban la gota y la hidropesía, la hinchazón de las piernas y la inapetencia, y también sufría desvanecimientos. Pese a ello, dirigió en persona el asedio a la fortaleza húngara de Szigetvar, uno de los más duros de su reinado. El 29 de agosto hizo acopio de todas sus fuerzas, se levantó de su sillón, montó a caballo y ordenó el asalto general. Mientras estallaba una mina turca y se abría la brecha definitiva en la ciudad sitiada, Solimán hubo de retirarse a su tienda, totalmente agotado. Murió unos días después, víctima de una apoplejía. Durante más de un mes, ministros y generales mantuvieron la ficción de que el sultán seguía vivo, e incluso se colocó su cuerpo embalsamado en el trono para que el gran visir pudiera comunicarle a diario los informes sobre la campaña. Finalmente, cuando ya habían emprendido el viaje de vuelta, se recibió la noticia de que su hijo Selim II había tomado posesión del trono, señal de que se podía anunciar oficialmente la muerte del sultán.

Solimán fue enterrado junto a una cimitarra, testimonio de su muerte en plena guerra, y con el rostro vuelto hacia el enemigo. Su mausoleo se dispuso junto a la gran mezquita que él mismo ordenó construir, la Suleimaniye, cuyo brillo nos recuerda aún hoy día el que sin duda fue el reinado más brillante de la historia del Imperio otomano.



La caída de Constantinopla

La toma de Constantinopla por parte del Imperio Otomano se considera el fin de una época al poner punto y final al Imperio Romano de Oriente y otorgar el último espaldarazo a la que sería una de las principales potencias de la zona hasta el mismo S. XX.

Lo cierto es que Constantinopla se encontraba en un serio declive desde el 1200. Fue entonces cuando fue conquistada por los cruzados que, en teoría, venían a defender el mismo cristianismo de sus dirigentes frente a los musulmanes.

Desde entonces, agravado por el cisma entre las Iglesias Romana y Ortodoxa, el ataque de los turcos se veía venir en el tiempo, sin que occidente mostrara el más mínimo interés en la histórica capital. Por su parte, tampoco los habitantes de la ciudad estaban demasiado por la labor de pedir ayuda: el intento del Emperador Juan VIII de poner fin a las diferencias entre las dos Iglesias provocó serios tumultos en la ciudad, nada partidaria de ningún acuerdo con los papistas.

El hermano de este Emperador, Constantino XI, también intentó limar asperezas con sus aliados naturales de Roma, pero el clero bizantino seguía boicoteando la idea. Esto, obviamente, interesaba al Sultán otomano, en esa época Murad II.

Los primeros preparativos para el ataque vinieron precedidos por un ataque de confianza de Constantino. Ante la muerte de Murad II, su hijo Mehmed prometió dejar tranquila la ciudad y el resto de territorios controlados por ella. Esto hizo pensar al Emperador que los otomanos estaban en una posición de inferioridad y exigió un pago anual, que debía servir para mantener con vida a un familiar del Sultán, retenido en Constantinopla como rehén. Este hecho, soliviantó a Mehmed que, de inmediato, empezó a preparar el ataque. Corría el año 1452.

Los preparativos fueron largos. Ambos bandos procuraron agrupar el mayor número posible de aliados y soldados. Por parte bizantina, sus peticiones de ayuda a occidente fueron correspondidas por el Papa, que envió barcos y soldados, casi todos genoveses y venecianos. Sus convecinos de Pera, hoy en día dentro de Estambul, también accedieron a participar en la defensa. Sin embargo, para decepción del Emperador, Constantinopla ya no era lo que había sido: solo contaba con 50000 habitantes y, de entre ellos, solo unos 7000 soldados.

Por su parte, los otomanos pasaron rápidamente a la acción. Levantaron una muralla a 10 kilómetros de la ciudad y trataron de bloquear las vías marítimas de suministros. Su ejército llegaba a los 100000 soldados y se hizo construir un moderno cañón de cerca de nueve metros de longitud.

Por fin, en Abril de 1453, el sitio dio comienzo, precisamente con el disparo del enorme cañón. Pronto los disparos de este causaron estragos en las murallas bizantinas. Los defensores trataban de reconstruir los daños cada noche, con un gran esfuerzo por su parte.

En un principio, ese fue el único frente de batalla, ya que los otomanos ignoraron la posibilidad de un ataque por mar. A decir verdad, las defensas de la ciudad eran bastante más solidas por esa vía, de ahí que decidieran intentar tan solo ataques por tierra.

Lo cierto es que los asediados tuvieron pronto buenas noticias. Dos victorias, una de ellas al mismo Sultán, dieron moral a los sitiados.

A finales del mes de abril, los barcos del Papa comenzaron a llegar a la zona, consiguiendo burlar el bloqueo establecido a la entrada de los Dardanelos, consiguiendo llegar a la ciudad.

Mehmed continuó lanzando ataque tras ataque: bombardeos de la muralla, intentos de construir túneles para alcanzar la urbe, proceder al refuerzo del bloqueo…pero sin llegar realmente al enfrentamiento directo. Estas escaramuzas fueron bien aguantadas por los defensores, pero supuso un gran desgaste físico que, poco a poco, fue pasando factura.

A este cansancio se le unieron una serie de sucesos que, en la supersticiosa sociedad de la época, consiguieron que el ánimo decayera aún más: un eclipse lunar, que recordaba una antigua profecía sobre la caída de la ciudad, una imagen de la Virgen que cayó al suelo durante una procesión, una tempestad que inundó las calles…detalles que, vistos desde la perspectiva de nuestros días eran nimios, en esa época causaron gran preocupación. Y no era menos la que causaba el hecho de que los barcos que los venecianos habían enviado no llegaran todavía.

Evidentemente, tampoco los turcos estaban exentos de problemas. El coste del enorme ejército empezaba a agobiar las arcas del Sultán y los oficiales, además, lanzaban críticas a la forma en la que se estaba llevando a cabo la campaña. Mehmed, intentado acortar el asedio, lanzó un ultimátum a los bizantinos: la ciudad a cambio de las vidas de sus ciudadanos. Prometió levantar el cerco a cambio de que se le pagara un tributo. La oferta fue rechazada, entre otras cosas porque la ciudad no contaba con recursos suficientes para aceptarla. Mehmed preparó entonces el ataque final.

El día anterior a este, el Sultán ordenó a sus tropas que descansaran. El silencio, tras días de bombardeos y escaramuzas, era sobrecogedor, según relatan los cronistas. Para romperlo el Emperador hizo que todas las iglesias tocaras sus campanas ininterrumpidamente y él y sus súbditos acudieron a orar a Santa Sofía.

Esa misma madrugada comenzó el asalto total a las murallas. Más de dos horas resistió el ejercito bizantino, pero la superioridad numérica y de estado de animo de los otomanos acabó por imponerse. Un cañonazo abrió una brecha y los jenízaros atacaron por allí. Y, a pesar de esto, fue una imprudencia de los defensores la que acabó por inclinar la balanza.

Distraídos por lo que sucedía en esa zona, los bizantinos dejaron una de las puertas de la murallas abierta. Por allí entró un destacamento de jenízaros, que logró penetrar las primeras murallas. A su vez, el valeroso capitán genovés Giustiniani, que dirigía la defensa, fue herido y sus soldados, desmoralizados, desertaron de sus puestos.

Cuentan que Constantino luchó en persona en las murallas, sin rendirse hasta que cayó en combate.

Esa misma tarde, Mehmed entró por fin en la ciudad. En un primer momento la ocupación fue bastante tolerante ( de hecho más que la que protagonizaron los cruzados). Santa Sofía y el resto de los edificios, aunque pasaron a ser mezquitas, fueron respetados y invitó a los habitantes a quedarse en sus hogares, respetando sus bienes. Incluso designó a un patriarca ortodoxo, permaneciendo en la ciudad un gran número de cristianos, aunque un gran grupo de sabios griegos marchó a occidente, colaborando de manera activa en el Renacimiento

Fue, en cualquier caso, el fin de la presencia del antiguo Imperio Romano en oriente. La ciudad cambió de nombre, pasándose a llamar Estambul y dio comienzo a la expansión del Imperio Otomano hasta la misma Viena.



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Para conocer más:
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La Caída de Constantinopla en 1453.


La larga lucha entre los otomanos y el Imperio bizantino concluyó el 29 de mayo de 1453, cuando Constantinopla fue conquistada por las tropas de Mehmed II al término de uno de los mayores asedios de la historia. El hecho marcó el fin de la Edad Media y produjo una gran conmoción en la cristiandad. En cierto modo, cabría decir que la caída de Constantinopla causó en su tiempo un impacto comparable al que los hechos del 11-S de 2001 han tenido en nuestra época.

En la primavera de 1453, un enorme ejército otomano convergió sobre los muros de la ciudad cristiana de Constantinopla para asestar el golpe de gracia al moribundo Imperio bizantino. Desde hacía más de un siglo, los otomanos, un pueblo turco originario de Asia central, habían avanzado firmemente, arrebatando territorio, mano de obra y recursos a los bizantinos grecoparlantes, hasta que lo único que quedó de Bizancio fue la propia Constantinopla, su capital. Ahora, el sultán Mehmed II pretendía conquistar la ciudad para el Islam. Tras las murallas esperaba Constantino XI, que se había pasado la vida resistiendo a los otomanos y estaba decidido a combatir hasta el fin.

El emperador bizantino se enfrentaba a un ejército compuesto por un mínimo de cien mil hombres. En comparación, las fuerzas bizantinas eran escasas —unas fuerzas mixtas de 8.000 soldados entre griegos, venecianos y genoveses, más algunos de Aragón y Castilla—, y la defensa organizada por el soberano se veía menoscabada por las disputas religiosas históricas entre la población griega ortodoxa y los católicos fieles al papa.


LAS MURALLAS MÁS PODEROSAS.

La principal baza de Constantino era la propia ciudad. Con forma aproximada de triángulo y un perímetro de diecinueve kilómetros, dos de sus lados estaban rodeados por agua y el tercero, de seis kilómetros de longitud, estaba protegido por las fortificaciones más formidables del mundo medieval. La muralla de Teodosio se alzaba desde el siglo V y estaba compuesta por cinco estratos defensivos: una doble muralla con 192 torres, un foso y dos zonas expuestas que el enemigo debía cruzar bajo un fuego intenso.

En sus 1.100 años de historia, la ciudad había vivido veintiséis asedios, y ningún atacante había logrado superar aquellas murallas; en 1204, los cruzados conquistaron Constantinopla asaltando las murallas marítimas, no las teodosianas. Además, Constantino estaba encantado porque un genovés especialista en asedios, Giovanni Giustiniani, había llegado para dirigir las operaciones defensivas.

Las murallas teodosianas de Constantinopla habían resistido hasta 26 asedios durante más de un milenio. Tan solo una vez, en 1204, los cruzados la conquistaron atravesando sus fortificaciones marítimas, no terrestres.

Desde las murallas, los defensores de la ciudad veían el campamento otomano a sus pies, extendiéndose de costa a costa; un espectáculo imponente de millares de hombres, tiendas, animales y provisiones. Lo más alarmante era que el enemigo había desplazado un número de cañones sin precedentes. Mehmed había reunido 70 de ellos, incluido un supercañón enorme, bautizado como Basílica, que fue transportado desde la ciudad de Edirne, a 225 kilómetros de distancia, y que estaba diseñado tanto para bombardear las murallas como para aterrorizar a la población. El 12 de abril, los cañones comenzaron a tronar.
La guerra había empezado.


EL CASTIGO DE LA ARTILLERÍA.

El efecto de los bombardeos fue devastador. Las murallas que habían resistido siglos de ataques empezaron a desmoronarse. Para los defensores, los efectos psicológicos del bombardeo fueron tan graves como sus daños materiales. El ruido y la vibración de las baterías de cañones, las nubes de humo y los demoledores impactos en las murallas consternaban a los más curtidos defensores. La población civil lo consideró una señal del Apocalipsis y corrió a rezar a las iglesias. De repente, parecía que las grandes murallas que habían defendido la ciudad durante un millar de años habían quedado obsoletas.

El bombardeo se prolongó durante días. Sin embargo, tras la conmoción inicial, los defensores recobraron el ánimo y Giustiniani improvisó una solución ingeniosa frente al poder destructivo de los cañones. Ayudado por el pueblo, construyó barreras improvisadas con piedras, matorrales y mucha tierra, culminadas con barriles llenos de más tierra para las almenas. Los terraplenes resultantes neutralizaban asombrosamente bien el impacto de los proyectiles de piedra, que eran amortiguados por la tierra, como cuando se lanzan piedras contra el barro. Pequeños grupos de asalto actuaban de noche, retirando los cascotes caídos para evitar que los otomanos construyeran un puente. Cuando éstos lanzaban algún ataque sorpresa, eran acribillados con arcos, ballestas y armas de mano primitivas.

Mehmed necesitaba actuar con rapidez. No podía mantener a su gran ejército indefinidamente ante las murallas. Sus tropas no habían llegado allí impulsadas sólo por el espíritu del yihad, sino también con la intención de saquear una ciudad considerada inmensamente rica. Las esperanzas de Constantino XI se concentraban en la llegada de una flota de apoyo desde Italia. Sin embargo, lo que el 12 de abril contemplaron los defensores de la ciudad fue una imponente flota otomana recién construida y enviada para bloquear las vías marítimas de suministro de la capital bizantina.

Los hombres del sultán esperaban saquear una ciudad que creían inmensamente rica y a medida que pasaban los días sin que se desencadenara el asalto su frustración y su impaciencia se volvía contra Memed II.

Una semana después, tres grandes veleros genoveses arribaron por la desembocadura del Bósforo, cargados de provisiones y de hombres. Era evidente que tendrían que abrirse paso combatiendo. La nueva flota otomana, formada por galeras bajas y rápidas, corrió a interceptarlos, pero desde las cubiertas y mástiles de los altos veleros cayó sobre las naves otomanas una formidable lluvia de flechas que les impidió abordarlos. Desde la orilla, Mehmed vio con rabia e impotencia cómo su flota era humillada por aquellos barcos, que pudieron entrar en el puerto bizantino del Cuerno de Oro, que se cerraba con una gran cadena.

En la guerra psicológica, los cristianos interpretaron estos sucesos como una señal divina de su próxima victoria mientras que los ánimos decayeron en el campamento otomano. Pese a ello, los cañones seguían disparando. Los defensores trabajaban sin descanso para reparar sus murallas y los otomanos lanzaban ataques nocturnos que eran repelidos, aunque a cada asalto el número de defensores iba menguando y aumentaba el cansancio.

Mehmed, aún dolido por la derrota naval, estaba decidido a neutralizar la flota cristiana del Cuerno de Oro. Sus naves realizaron varias incursiones con la intención de romper la cadena y atacar el puerto, sin éxito. Aun así, tenía la enorme ventaja de disponer de una cantidad ingente de hombres y resolvió el problema con un plan audaz. En gran secreto, instaló un camino de rodillos de madera engrasados desde su puerto hasta la parte alta del Cuerno de Oro y lo usó para trasladar, por tierra y en plena noche, 70 embarcaciones de su flota. La mañana del 22 de abril, los defensores de Constantinopla vieron horrorizados que las galeras otomanas eran echadas al agua, listas para acechar a la flota cristiana.


UNA GUERRA INTERMINABLE.

Las dos flotas se enfrentaron desde un lado y otro del Cuerno de Oro. Constantino entendió que debía contraatacar y planeó un ataque nocturno para destruir los navíos enemigos. En absoluto silencio, una flotilla de barcos venecianos y genoveses cruzó el puerto a oscuras para lanzar su asalto. Sin embargo, cuando se acercaban, los recibieron con andanadas de cañonazos; su plan se había descubierto. Varios barcos se hundieron y el ataque fue abortado, aunque muchos marinos italianos habían nadado hasta la orilla, donde fueron apresados por los otomanos. Al día siguiente, Mehmed empaló a veintinueve hombres en estacas plantadas frente a las murallas. Constantino respondió colgando a prisioneros otomanos en los muros.

Este ciclo de defensa y ataque continuó en días posteriores, sin tregua alguna. Mehmed puso a mineros a excavar túneles bajo las murallas. Además de Giustiniani, Constantino contaba con los servicios de un ingeniero de minas escocés llamado John Grant, quien organizó las operaciones contra las excavaciones. Los mineros cristianos irrumpían en los túneles otomanos y se producían feroces y terroríficos combates subterráneos, que terminaban derruyendo los túneles y sepultando a los mineros otomanos. Tras dos semanas de actividad frenética, el sultán renunció a las excavaciones.

Durante varias semanas, defensores y atacantes se enzarzaron en un ciclo de ataques y contraataques sin tregua que parecía que no acabaría nunca.

Aun así, la situación para Constantino era cada vez más desesperada. El emperador mandó un puñado de marinos venecianos en una barca rápida a explorar las costas de Grecia, en busca de alguna otra flota de apoyo. No encontraron ninguna. Los marinos debatieron si regresaban a la ciudad asediada o seguían navegando hasta ponerse a salvo. Valerosos, decidieron volver y, tras superar el bloqueo otomano, anunciaron al emperador que no llegaría ninguna ayuda externa, que los defensores de Constantinopla deberían vencer o morir. El soberano les agradeció su coraje por volver para alertarle «y empezó a llorar amargamente de pena».

Pero, a principios de mayo, los ánimos en el campamento otomano también estaban decayendo. Existían disensiones entre sus mandos sobre cómo proceder y la tropa se estaba impacientando. El sultán decidió hacer una oferta de paz: la población de Constantinopla podía pagar un gran tributo o marcharse donde quisiera. Constantino sentía el peso de la historia cristiana de la ciudad sobre sus hombros y probablemente pensó que ya era demasiado tarde para una rendición pactada, que tanta sangre derramada imposibilitaba una salida pacífica y que Mehmed no era de fiar. La respuesta de Constantino fue rotunda: "No está en mi mano, ni en la de ningún ciudadano, entregar la ciudad. Todos preferimos morir a que se nos perdone la vida".


EL ASALTO FINAL.

Quedaba claro que aquella batalla iba a librarse a muerte y que el asedio se aproximaba a un punto crítico. La atmósfera en ambos bandos era febril. La población de Constantinopla estaba alarmada porque una vieja profecía decía que la ciudad jamás podría ser tomada con luna creciente; por eso, la noche del 24 de mayo, cuando la luna empezó a menguar, el miedo se apoderó de la gente. Los que contemplaban la luna aquella noche quedaron perplejos porque sólo tenía una parte visible, consecuencia de un eclipse parcial, lo que interpretaron como un terrible presagio, lo que supuso un duro revés para los esfuerzos de Constantino por mantener la moral de los sitiados. Al día siguiente ordenó sacar en procesión el icono más sagrado de la Virgen que había en la ciudad, para levantar los ánimos. Sin embargo, las cosas empeoraron. Una violenta tempestad sorprendió a quienes participaban en el ritual, y el icono resbaló de hombros de los porteadores y cayó al fango, lo que terminó con la procesión.

Una vieja profecía aseguraba que Constantinopla no podría ser tomada durante la luna creciente, así que el pánico se extendió entre los cristianos al observar, la noche del 24 de mayo, un eclipse parcial de luna.

La mañana siguiente se vieron extraños efectos de luz alrededor de la cúpula central de Santa Sofía. Los aterrorizados habitantes creyeron que Dios había abandonado definitivamente su ciudad. Una delegación visitó al emperador para suplicarle que huyera y que organizase la resistencia desde Grecia. Constantino volvió a negarse.

El 27 de mayo, Mehmed se preparó para el asalto definitivo, mentalizando a sus hombres para una batalla a vida o muerte. Durante tres noches seguidas ordenó que encendieran hogueras a lo largo de la línea del frente. Desde las murallas, los defensores podían ver un anillo de llamas ante el campamento enemigo, mientras oían rítmicos cantos. Los cristianos colocaron sus iconos en las murallas para elevar su moral y rogar protección divina. La tarde del 28 de mayo, todos se congregaron en Santa Sofía por última vez, en una demostración de unidad que por fin concilió a ortodoxos y católicos. Todos se abrazaron y regresaron a sus puestos. Constantino y Giustiniani colocaron a sus tropas entre la muralla interior y la exterior, y cerraron las puertas de la ciudad. No podían retroceder. Gran parte de la población civil se reunió en la vasta iglesia de Santa Sofía para rezar.

Antes del amanecer del 29 de mayo, entre el ruido de tambores, cuernos y campanadas, los otomanos empezaron a lanzar constantes ataques en oleadas. Todos caían al pie de las murallas. Los defensores se mantuvieron firmes durante horas, pero el peso del número empezaba a decantar la balanza.


UN DESENLACE TRÁGICO.

Fue la mala suerte lo que al final resquebrajó la defensa cristiana. Tras días combatiendo, Giustiniani resultó gravemente herido y, viendo que no podía seguir luchando, pidió a Constantino permiso para retirarse. El emperador aceptó a regañadientes. Cuando los soldados vieron que su gran comandante abandonaba la batalla, su moral se derrumbó. Todos echaron a correr hacia las puertas de la ciudad y los otomanos pudieron atravesar las murallas y asaltar las calles, asesinando y saqueando. Abrieron las puertas de Santa Sofía a la fuerza y todos los que estaban en su interior fueron esclavizados. Mehmed hizo una entrada triunfal en la ciudad. Constantino debió de caer en combate; su cuerpo jamás fue encontrado.

El asedio y la toma de Constantinopla marcaron el final de la Edad Media. Supusieron el fin del mundo clásico, la llegada definitiva de los otomanos a la arena europea y el avance de la tecnología de la pólvora. La aflicción embargó a toda la Cristiandad. Constantinopla había sido la ciudad fundacional del cristianismo, la creían eterna. Los relatos de la época evidencian que la gente recordaba dónde se encontraba cuando se enteró del desastre. "¿Qué es esa execrable noticia que nos llega sobre Constantinopla? —escribió el erudito Eneas Silvio Piccolomini al papa—. Me tiembla la mano mientras escribo". En cierto modo, cabría decir que la caída de Constantinopla causó en su tiempo un impacto comparable al que los hechos del 11-S de 2001 han tenido en nuestra época.

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Si quieres conocer más sobre la Caída de Constantinopla, pincha en el siguiente enlace:



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¿Qué originó el cambio de imperio?.

La caída de Constantinopla causó una gran conmoción en Occidente, y se pensaba que era el principio del fin del cristianismo. Se llegaron a iniciar conversaciones para formar una nueva cruzada que liberase Constantinopla del yugo turco, pero ninguna nación pudo ceder tropas en aquel tiempo. Los mismos genoveses se apresuraron a presentar sus respetos al Sultán y así pudieron mantener sus negocios en Pera por algún tiempo. Con Constantinopla, y por ende el Bósforo, bajo dominio musulmán, el comercio entre Europa y Asia declinó súbitamente. Ni por tierra ni por mar los mercaderes cristianos conseguirían pasaje para las rutas que llevaban a la India y a China, de donde provenían las especias usadas para conservar los alimentos, además de artículos de lujo, y hacia donde se destinaban sus mercancías más valiosas.

De esta manera, las naciones europeas iniciaron proyectos para el establecimiento de rutas comerciales alternativas. Portugueses y castellanos aprovecharon su posición geográfica junto al océano Atlántico para tratar de llegar a la India por mar.

Los portugueses trataron de llegar a Asia circunnavegando África, intento que culminó con el viaje de Vasco da Gama entre 1497-1498. En cuanto a Castilla, los Reyes Católicos financiaron la expedición del navegante Cristóbal Colón, quien veía una posibilidad de llegar a Asia por el oeste, a través del Océano Atlántico, intento que culminó en 1492 con el arribo a América, dando inicio al proceso de ocupación del Nuevo Mundo. Los dos países, otrora con escasa influencia en el escenario político europeo, ocupados como habían estado en la Reconquista, se convirtieron en el siglo XVI en las naciones más poderosas del mundo, estableciendo un nuevo orden mundial.

Otra importante consecuencia de la caída de Constantinopla fue la huida de numerosos sabios griegos a las cortes italianas de la época, lo que auspició en gran medida el Renacimiento.

Por último, la tradición cultural griega, habla sobre una profecía referida al porvenir de la ciudad: «Un Constantino la construyó, un Constantino la perdió y un Constantino la recuperará»




El Oscurantismo.


Es como se conoce al período comprendido por la Edad Media (476, fecha de la caída del imperio romano de occidente y el año 1453 año en que cayó el Imperio Romano de Oriente, aunque su influencia se extendió aunque menguada hasta el siglo XVIII).

La oscuridad de la mente humana se hacía palpable, ante la imposibilidad de cuestionar los dogmas religiosos, verdades reveladas que no admitían crítica, ni posibilidad de prueba.


El oscurantismo

La Iglesia adquirió en esta etapa un inmenso poder que trascendía el ámbito religioso, y así como la adopción del cristianismo hacia fines de la Edad Antigua, durante el mandato del emperador Teodosio, a través del edicto de Tesalónica (24 de noviembre de 380) significó un gran progreso, humanizando las costumbres, en la Edad Media, se produjo un gran retroceso científico, al impedirse elaborar teorías que pudieran contradecir los dichos bíblicos.

El derecho a la libre expresión de las ideas fue coartado al punto tal, que muchos que se atrevieron a ejercerlo terminaron condenados por los Tribunales de la Inquisición.

La antigüedad griega y romana con la profundidad de sus pensamientos, sobre todo los procedentes de Atenas, debieron sufrir un profundo y prolongado letargo, del que despertaron en el siglo XV, cuando el Renacimiento, vino a poner otra vez, las expresiones artísticas y filosóficas, en el ámbito de la libertad creativa. En la Edad Media, el arte y la filosofía tenían un único tema: el religioso cristiano. Los clásicos latinos fueron sin embargo preservados, no así los griegos.

El centro de las preocupaciones humanas, fue Dios (teocentrismo) y hacia allí debían dirigirse todas sus acciones, para lograr una vida virtuosa, de un hombre que llevaba en su propia esencia el pecado original, con derecho a una vida plena solo en el más allá.

En el siglo XI se organizaron las Cruzadas, contra los turcos seléucidas que impedían los peregrinajes hacia Tierra Santa, y así en nombre de la fe, se gestaron luchas encarnizadas contra los infieles, con el fin de unificar la cristiandad. Un mundo cristiano, y un pensamiento cristiano, pusieron al hombre y sus ideas, de rodillas ante Dios. La búsqueda de la verdad científica no era necesaria ante la existencia de la única verdad posible: la revelada por el Creador.

La cultura de la época estaba en manos de los clérigos, que monopolizaban los saberes. El trabajo no debía tener fin de lucro, sino la mera supervivencia.

El descubrimiento de las nuevas tierras americanas, en el siglo XV, por la expansión ultramarina europea, significó un gran avance para el conocimiento de la época. El mundo se amplió geográficamente, y el hombre comenzó paralelamente a abrir su mente a ideas nuevas, naciendo el Humanismo.

Sin embargo la lucha de la luz sobre las tinieblas de la mente, no fue fácil ni repentino. Galileo Galilei, por ejemplo, en pleno siglo XVII, fue censurado por sus hallazgos científicos por parte de la Iglesia. Sus estudios que confirmaron la teoría heliocéntrica copernicana, le valieron una condena por la que debió retractarse de sus descubrimientos.

El Renacimiento, la división del cristianismo en católicos y protestantes, con el consiguiente debilitamiento de la Iglesia católica y las ideas del Iluminismo, hicieron nacer una nueva forma de pensamiento crítico, que conduciría a la Revolución Francesa.



Poder absoluto de la Iglesia en toda Edad Media


La Iglesia en la Edad Media

El cristianismo tuvo durante la Edad Media su época de mayor protagonismo y poder tanto político como económico. Voy a contar, como punto final de este libro, en qué consistía exactamente este poder y cómo se sostuvo ideológicamente.

La Edad Media es una de las etapas más fascinantes de la historia. Un período que se caracterizó fuertemente por la existencia del Sistema Feudal o Feudalismo. Un mundo de nobles, campesinos, tributos, vasallos, feudos, y monarquías debilitadas. Pero más allá de esto, el mundo medieval estuvo dominado por la Iglesia cristiana.


La importancia de la Iglesia en la sociedad Medieval

En la Edad Media, la Iglesia Cristiana tuvo un rol decisivo. Fue la única institución que logró ejercer su poder a lo largo de una Europa fragmentada políticamente.

La vida cotidiana en la Edad Media y la forma de pensar de nobles y campesinos estaban muy influenciadas por los principios y creencias de la Iglesia Cristiana. Como consecuencia de esto, las acciones de la gente se hallaban estrechamente ligadas a las normas religiosas.

La Iglesia era al mismo tiempo el centro de la vida intelectual. Desde este rol preeminente, posibilitó el afianzamiento de una particular interpretación del mundo, diseñado y ordenado según los designios de Dios. Se cristalizó así una mentalidad medieval basada en preceptos religiosos que perduró durante siglos.


El poder económico de la Iglesia Medieval

Como hemos visto en nuestra explicación anterior sobre la iglesia Medieval, esta institución fue la entidad de mayor poder intelectual y espiritual en la Edad Media. Pero dicha influencia no se limitó a estos ámbitos, sino que se ayudó a sostener un enorme poderío económico.

Debemos recordar que la Edad Media (especialmente la Alta y Baja Edad Media) se enmarcó en un sistema feudal de producción , con señores feudales que recibían la tenencia de tierras con campesinos dependientes (siervos).

Dentro de la larga jerarquía de la iglesia, en las más altas esferas encontramos a los que llamaremos “señores eclesiásticos”. Ellos serían los obispos -que ejercían su poder desde las catedrales de las ciudades- y los abades -desde los monasterios en áreas rurales.

Los obispos y abades eran -igual que los nobles laicos- poseedores de feudos, cuyas tierras eran habitadas por campesinos dependientes con obligación de pagar tributos. Dado que ambos grupos -los señores laicos y los eclesiásticos- funcionaban como grupo explotador de los campesinos, se puede afirmar que conformaban una misma clase social. Ellos representaban dentro de la sociedad feudal al sector privilegiado, y muchas veces, pertenecían a las mismas familias.

Pero más allá de la riqueza que implicaban la posesión de estos feudos, la Iglesia tuvo otra importante fuente de bienes. Se acapararon importantes cantidades de propiedades, de campesinos y de señores, por medio de las donaciones.

En las prédicas que se realizaban en los oficios religiosos, se difundía el temor al infierno después de la muerte. Según las creencias de los eclesiásticos, para evitar este destino para el alma del difunto, había que hacer el bien en vida. Una de las formas de purificarse era donando propiedades a los monasterios o catedrales. Eso ayudaría a que los sacerdotes rezaran por la buena ventura del alma y su llegada al paraíso.

Estas creencias tuvieron una difusión y un arraigo muy fuerte entre todas las clases sociales durante la Edad Media. Como consecuencia, grandes cantidades de tierras y bienes fueron transferidos a la Iglesia.



Iglesia Medieval y la Paz de Dios

Seguimos investigando los diferentes aspectos de la Iglesia Medieval. Anteriormente analizamos el poder económico de la Iglesia en la Edad Media, y ahora pasaremos a estudiar un importante proceso histórico conocido como la “Paz de Dios” que nos demostrará que –también- esta institución tenía un fuerte poder político dentro del Sistema Feudal.

Nos situamos en la Alta Edad Media, abarcando los siglos IX a XI, en Europa Occidental. Como recordarán, esta sociedad estaba caracterizada por el Sistema Feudal. Y una de las principales características de este sistema era la descentralización del poder. ¿Qué significa esto? pues que no había un poder central (monarquías) fuertes. El poder estaba en manos de numerosos Señores Feudales –tanto laicos como eclesiásticos.

En un contexto de disolución del poder real, se produjo una oleada de violencia entre los señores. Cerca del año 1000, se dieron gran cantidad de asaltos a iglesias y a monasterios a manos de los ejércitos privados de los nobles. Recordemos que la Iglesia poseía una gran cantidad de tierras, propiedades y riquezas. Los nobles laicos, codiciaban esos bienes como forma de enriquecerse.

Ante esta situación, la Iglesia cristiana intentó llevar adelante una nueva forma de paz social. Buscaban disciplinar a los nobles y así proteger sus bienes. La alta jerarquía eclesiástica, a fines del siglo X, se reunió en concilios de obispos para decidir qué medidas tomar para sosegar a la nobleza militar.

Estos concilios desarrollaron una teoría según la cual Dios había derivado en los reyes la función de mantener la paz y la justicia. Dado que ya no cumplían esa función, Dios retomaba ese poder y se lo entregaba, ahora, a los obispos. La nueva “paz de Dios” sustituía entonces a la anterior “paz del rey”.

Basándose en estas teorías, los concilios establecieron normas concretas para lograr sus objetivos. Por ejemplo, se prohibieron las actividades militares en los territorios propios. Quienes no respetaran las leyes de la Paz de Dios, recibirían diversos castigos, entre ellos, la excomunión que era muy temida, que era la expulsión de esa persona de la comunidad de la Iglesia cristiana.


la Iglesia Medieval enfrenta al Sacro Imperio Romano Germánico

En apartados anteriores hemos desarrollado las distintas facetas del poderío económico y también político de la Iglesia Medieval. En esta oportunidad, analizaremos un hecho histórico de gran importancia que se conoce como Conflicto o Querella de las Investiduras. En él, la Iglesia Cristiana medirá fuerzas contra el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, el más poderoso gobernante de la época, en una Europa de reyes debilitados.

La fuerte relación entre el “poder temporal” (de los reyes) y el “poder espiritual” (de los papas) llegó a ocasionar graves conflictos durante la Edad Media. La disputa más importante se llamó “conflicto o querella de las investiduras”.

En el siglo XI, Enrique IV (Sacro Imperio Romano Germánico) pretendía ser el encargado de “investir” (designar) a los obispos alemanes. De esta manera, los obispos se convertirían en poderosos vasallos del Emperador, algo muy importante en el mundo feudal.

Pero el Papa, por su parte, pretendía que los obispos sólo se sometieran a su autoridad, siendo totalmente independiente de los poderes del emperador. En aquel momento el sumo pontífice Gregorio VII dio un paso político muy provocador al dictar en 1075 veintisiete normas comprendidas en los Dictatus papae.

En los Dictátus Papae se impulsaban tres conceptos básicos. Uno era la su supremacía sobre todos los fieles e Iglesias nacionales. Otro, que todos los gobernantes, incluso el Emperador están subordinados al Papa. Y por último, que la Iglesia era incapaz de errar en sus decisiones.

Como podéis intuir esto fue la mecha para el comienzo de la Querella de las Investiduras.


La Iglesia en la Edad Media y la teoria de los Tres Ordenes

La sociedad en la Edad Media estaba caracterizada por un sistema socioeconómico que se basaba en la explotación de los campesinos (siervos) por los Señores Feudales (nobles). Entre estos nobles había tanto señores feudales laicos como religiosos.

Históricamente las clases dominantes de las sociedades han desarrollado justificaciones ideológicas, que ayudan a sostener esa explotación y esa desigualdad social. En este contexto, en Europa occidental, la jerarquía de la Iglesia cristiana elaboró y difundió esta explicación de cómo estaba organizada la sociedad: se la llamó Teoría de los Tres Órdenes.

La interpretación de la sociedad cristiana conocida como Teoría de los Tres Órdenes, fue desarrollada por dos obispos franceses entre los años 1024 y 1030. Según ella, la sociedad estaba conformada por tres órdenes sociales jerárquicos y complementarios: los oradores, los guerreros y los labradores.

Los oradores estaban ubicados a la cabeza de esta sociedad. Eran los eclesiásticos, es decir los sacerdotes, obispos y monjes. La tarea de este estrato era rezar por la salvación del resto de la población.

Los guerreros eran el estrato intermedio de la sociedad y tenían por misión divina defender a toda la población.

Los labradores, eran el grupo más bajo de la sociedad, y la función que Dios les había otorgado era la de trabajar para mantener al resto de la sociedad –los oradores y los guerreros.(ES PATÉTICO PERO... FUÉ ASÍ).

De acuerdo con la Teoría de los Tres Órdenes, esa organización social había sido creada por Dios. Y por ende, era un orden perfecto e inamovible, que no podía ser cuestionado. Por este motivo la Teoría de los Tres Órdenes funcionaba como una justificación de la desigualdad social y de la explotación laboral de los campesinos que llevaban adelante los señores feudales, teniendo una gran difusión entre los miembros de la nobleza medieval.





Reforma Protestante
Causas y Características


La Reforma Protestante fue un movimiento de carácter religioso, surgido en Alemania en la segunda década del siglo XVI, liderado por Martín Lutero.

Fue un movimiento religioso en contra del poder de la Iglesia Católica y el papa.
El agente principal de la reforma fue el monje alemán Martín Lutero (1483-1546), quien el 31 de octubre de 1517, en la puerta de la iglesia del Castillo las 95 tesis que criticaban ciertas prácticas de la Iglesia Católica.

Actualmente, luteranos de todo el mundo conmemoran este día el «Día de la Reforma Protestante».
Fundamentalmente, criticaron la venta de indulgencias (cuando la Iglesia «dio» perdón divino a cualquier persona que pagara). Este movimiento tuvo fuerte apoyo de la nobleza de Alemania, desaprobó el capitalismo y la utilización del dinero.

El acto dio lugar a un proceso de ruptura en serio sacudió el área católica en el oeste de Europa y permitió la aparición de ramas del cristianismo, como el luteranismo, la primera religión protestante.
Tuvo como principales movimientos la Reforma Luterana (Alemania) dirigida por Martin Lutero, La Reforma Calvinista (Francia) dirigida por Juan Calvino y la Reforma Anglicana (Inglaterra) dirigida por Enrique VIII.


Causas de la Reforma Protestante

El proceso de reformas religiosas comenzó en el siglo XVI. Podemos destacar como causas de esas reformas:

– Abusos cometidos por la Iglesia Católica y un cambio en la visión del mundo, fruto del pensamiento renacentista.

– La Iglesia Católica, inicialmente, condenaba la acumulación de capitales o como llamaban en ese entonces la búsqueda del lucro, pero ella misma lo hacía, juntando altas sumas de dinero (generalmente de los fieles) y poseyendo tierras, algo que le gustaba poco a la burguesía que empezaba a alzar sus negocios, lo cual era condenado por la iglesia católica.

– Comenzaron a vender indulgencias predicando que cualquier cristiano podría (y debería) comprar el perdón para sus pecados. Lutero discrepó públicamente de esa práctica realizada por el Papa León X.

– Crisis institucional y moral por la que pasaba la Iglesia Católica en aquel momento, debido a la corrupción (Venta de cargos eclesiásticos, Venta de indulgencias (perdón de los pecados), Venta de reliquias, etc.).

– La Iglesia Católica poseía mucho poder político, lo que en aquella época no debía suceder (estaban en fase de transición del sistema feudal a monarquías nacionales), lo que genero un Descontento de la nobleza alemana con el poder político de la Iglesia Católica.

– Centralización del poder en las manos del Papa, así como la concentración de tierras.


Características de la Reforma Protestante

Liderada por Martin Lutero y Con Origen en Alemania.

Estaba en contra del poder de la Iglesia y el pode Papal, mas exactamente de la corrupción que se veía al interior de esta, con la venta de indulgencias.

Hablaba de que la biblia debía ser la única fuente de la palabra de Dios

Estaba a favor de que la Iglesia no debía poseer bienes materiales.
Prohibía imágenes en las iglesias.
Suprimió el celibato y el Clero Regular.
Eucaristía y bautismo como únicos sacramentos válidos.
Solo la Fe sirve para lograr la salvación por si sola, las prácticas religiosas no tienen mayor trascendencia.


Origen de la Reforma

El proceso de centralización monárquica que dominaba Europa desde el final de la Edad Media, hizo tensa la relación entre reyes e Iglesia. Hasta este momento, la Iglesia Católica centralizaba el dominio espiritual sobre la población y el poder político-administrativo de los reinos.
Ya en el siglo XII aparecieron los primeros movimientos que cuestionaban las creencias y prácticas del catolicismo. Pero la Iglesia creó el Tribunal de la Santa Inquisición, reprimiendo a aquellos que amenazaban su poderío religioso e ideológico.

Algunos intelectuales, en los siglos XIV y XV, indicaban cómo los valores absolutos de la Iglesia ya no tenían la misma fuerza mediante las transformaciones históricas experimentadas.

El inglés John Wycliffe (1330 – 1384) redactó algunos ensayos donde denunciaba las acciones corruptas de la Iglesia y defendía la salvación espiritual por medio de la fe. En cierta medida, las teorías lanzadas por ese pensador vendrían a influenciar las obras de Martín Lutero, en el siglo XVI.

Jan Huss (1370 – 1415) fue un sacerdote que se preocupó de traducir el texto bíblico en otras lenguas y denunció el comportamiento de los clérigos católicos. La predicación por él emprendida, a lo largo de Bohemia, motivó la violenta reacción de las autoridades del Sacro Imperio Germánico que ordenaron su muerte por la hoguera. La muerte de Huss dio origen a un movimiento popular conocido como hussismo.

La Iglesia, poseedora de grandes extensiones de tierra, recibía tributos feudales controlados en Roma por el Papa. Con el fortalecimiento del Estado Nacional Absolutista, esa práctica pasó a ser cuestionada por los monarcas que deseaban retener estos impuestos en el reino.

Los campesinos también estaban descontentos con la Iglesia. En Alemania, los monasterios y los obispos poseían inmensas propiedades. Muchas veces, los obispos y los abades vivían a costa de los trabajadores de la ciudad y de los campos.

La Iglesia condenaba las prácticas capitalistas nacientes, entre ellas la «usura» el cobro de intereses por préstamos considerado pecado. Defendía la comercialización sin derecho a lucro y el «justo precio». Esto redujo el poder de inversión de la burguesía mercantil y manufacturera.

La Iglesia Católica venía, perdiendo su identidad. Los gastos con lujo y preocupaciones materiales estaban sacando el objetivo católico de los carriles.
Muchos elementos del clero estaban desatendiendo las reglas religiosas, sobre todo el celibato. Padres que apenas sabían rezar una misa y comandar los rituales dejaban a los cristianos católicos insatisfechos.


Crisis de la Iglesia Católica

En el Inicio del Siglo XVI, la iglesia católica pasaba por un periodo tenso. Las negociaciones de Cargos En la Iglesia y la venta de indulgencias y el declive de las influencias papales por el prestigio que iban ganando los soberanos europeos, quienes poco a poco empezaron a influir en las decisiones de la Iglesia proporcionaron un ambiente oportuno a un movimiento reformista.

La burguesía comercial, en plena expansión en el siglo XVI, estaba cada vez más inconformada, pues los clérigos católicos estaban condenando su trabajo. El beneficio y los intereses, típicos de un capitalismo emergente, eran vistos como prácticas condenables por los religiosos.

Por otro lado, el papa recaudaba dinero para la construcción de la basílica de San Pedro en Roma, con la venta de las indulgencias (venta del perdón).
En el campo político, los reyes estaban descontentos con el Papa, pues éste interfería mucho en los comandos que eran propios de la realeza.

El nuevo pensamiento renacentista también hacía oposición a los preceptos de la Iglesia. El hombre renacentista empezaba a leer más y formar una opinión cada vez más crítica. Trabajadores urbanos, con más acceso a libros, empezaron a discutir y pensar sobre las cosas del mundo. Un pensamiento basado en la ciencia y la búsqueda de la verdad a través de experiencias y de la razón.

La venta de indulgencias, la negociación de cargos eclesiásticos y la vida amoral todavía fueron cuestiones que incentivaron la reforma por parte de Martin Lutero.


Reforma Protestante de Martin Lutero

Precursor de la Reforma Protestante en Europa, Lutero nació en Alemania en el año 1483 y forma parte del orden agustiniano. En 1507, fue ordenado sacerdote, pero debido a sus ideas que eran contrarias a las predicadas por la iglesia católica, fue excomulgado.


Teoría del Luteranismo

El monje alemán Martín Lutero fue uno de los primeros en contestar fuertemente los dogmas de la Iglesia Católica. Fijó en la puerta de la Iglesia de Wittenberg las 95 tesis que criticaban varios puntos de la doctrina católica.
En 1517, revuelto con la venta de indulgencias escribió en un documento con 95 puntos criticando a la Iglesia y al propio Papa.

Las 95 tesis de Martín Lutero condenaban la venta de indulgencias y proponía la fundación del luteranismo (religión luterana). De acuerdo con Lutero, la salvación del hombre ocurría por los actos practicados en vida y por la fe. Aunque fue contrario al comercio, tuvo gran apoyo de los reyes y príncipes de la época. En sus tesis, condenó el culto a las imágenes y revocó el celibato.
Estas 95 tesis habrían sido clavadas en la puerta de una iglesia para que sus alumnos leen y se preparasen para un debate en clase. Sin embargo, algunos estudiantes decidieron imprimirlos y leerlos a la población, esparciendo así las censuras a la Iglesia Católica.

En 1520, el papa León X redactó una bula condenando a Lutero y exigiendo su retractación. Lutero quemó el bulo en público lo que agravó la situación.
En 1521, el emperador Carlos V convocó a una asamblea, llamada «Dieta de Worms», Lutero no sólo defendió sus tesis sino que mostró la necesidad de la reforma de la Iglesia Católica, en esta asamblea fue considerado hereje.
Acogido por la nobleza alemana se refugiaron en el castillo de Wartburg. Allí, se dedicó a la traducción de la Biblia del latín al alemán, y a desarrollar los principios de la nueva religión.


Las 95 tesis de Martin Lutero

Las 95 Tesis de Martin Lutero incluían unas medias que permitirían eliminar las malas prácticas de la iglesia.
La venta de Las indulgencias, que cualquier persona que pagara una indulgencia papal, quedaba absuelto ce los pecados que había cometido hasta ese momento, algo que para Lutero no era Correcto, no junto, ni religioso, ya que dentro de su doctrina un pecado solo se perdonaría bajo la confesión y por el arrepentimiento sincero.

Las 95 tesis pasarían a ser el centro o la base de la estructura de la religión protestante, siendo que la salvación por medio de la fe, el centro de la doctrina que impartiría Lutero.

Lutero condeno las reliquias y demás ostentaciones de la Iglesia y el Clero, como la adoración de santos. También lidero la eliminación de algunos sacramentos que consideraba innecesarios solo manteniendo solo dos el sacramento de la comunión y el bautismo.
Las 95 tesis llegaron rápidamente a muchas personas en Europa y esto gracias a que en ese momento se produjo la invención de la imprenta por parte de Gutemberg, cada vez más personas procesaran su religión de una forma distinta, la forma en que Martin Lutero Veía la Fe y los actos religiosos.


Principios Religiosos de la Doctrina de Martín Lutero

En 1530, Lutero divulgó los principales principios de la doctrina Luterana:

Salvación por la fe.
Presencia de la verdad solamente en la Biblia.
Extinción del clero regular (órdenes religiosas).
Libre interpretación de la Biblia, sin la necesidad de predicadores, sacerdotes u otros intermediarios.
Eliminación de tradiciones y rituales en los cultos religiosos.
Fin del celibato (prohibición del matrimonio de sacerdotes, por ejemplo).
Prohibición del uso de imágenes en las iglesias.
Uso del alemán en los cultos religiosos (no más el latín como única lengua).
Eucaristía y bautismo como únicos sacramentos válidos.

Su doctrina, salvación por la fe, fue considerada desafiadora por el clero católico, pues abordaba asuntos considerados hasta entonces pertenecientes solamente al papado. Sin embargo, esta fue completamente extendida, sus ideas se llevaron adelante ya partir del siglo XVI, se crearon las primeras iglesias luteranas.

A pesar del resultado, inicialmente el reformador no tuvo la pretensión de dividir al pueblo cristiano, pero debido a la proporción que sus 95 tesis adquirieron, este hecho fue inevitable. Para que todos tuvieran acceso a las escrituras que hasta entonces se encontraban sólo en latín, tradujo la Biblia al idioma alemán, permitiendo a todos un conocimiento que durante mucho tiempo fue guardado solamente por la iglesia.

Con un número mayor de lectores del libro sagrado, la cantidad de protestantes aumentó considerablemente y entre ellos, se encontraban muchos radicales. Necesitó ser protegido durante 25 años.
Fue responsable de la organización de muchas comunidades evangélicas y, durante este período, percibió que sus enseñanzas conducían a la división. Se casó con la monja Katharina Von Bora, en el año 1525, y con ella tuvo seis hijos.

En 1542, su hija Leninha, de apenas 13 años, falleció. El hecho causó mucho sufrimiento en Lutero y su familia.
Lutero falleció el 18 de febrero de 1546, en la ciudad de Eisleben (región central de Alemania).
En Suiza, Francia y Holanda, los principios de Lutero fueron ampliados por Calvino. En Inglaterra, los conflictos entre el rey y la iglesia dieron lugar a anglicanismo.


División de la Iglesia

Luego de darse a conocer las 95 tesis y el crecimiento de la religión protestante por parte de Lutero se creó una división en la Iglesia.

Estaban por un lado los aceptaban el liderazgo del papa y los que se oponían a él. Muchos países se unieron a esta revolución y esta trasformación de la iglesia rechazando el poder del Papa, estos comenzaron a llamarse protestantes, esta división hay que decir que derivo en múltiples guerras religiosas que fueron conocidas como guerras santas.


La reforma protestante de Juan Calvino (Suiza)

La revuelta y los ideales de Lutero se extendieron por el continente europeo.
Sus ideas fueron reformuladas por algunos de sus seguidores, sobre todo por el francés Juan Calvino (1509-1564).

Pertenece a la burguesía e influenciado por el humanismo y las tesis luteranas, Calvino se ha convertido en ardiente defensor de las nuevas ideas.
Juan Calvino fue un importante profesor y teólogo cristiano de nacionalidad francesa. Nació en la ciudad de Noyon el 10 de julio de 1509 y falleció en la ciudad de Ginebra (Suiza) el 27 de mayo de 1564.

Calvino tuvo un papel histórico fundamental en el proceso de la Reforma. Fue el iniciador del movimiento religioso protestante conocido por el Calvinismo.
Hasta los 24 años, Calvino era católico. En 1533 se convirtió al protestantismo. Fue perseguido en Francia y en el año 1536 huyó a Ginebra (Suiza).


Teoría de Juan Calvino

En Suiza, el teólogo cristiano francés Juan Calvino comenzó la Reforma Luterana en la década de 1530. Según Calvino, la salvación se explicaba a través de la Doctrina de la Predestinación (salvos y condenados ya están escogidos por Dios).

El trabajo justo y honesto es valorado, siendo que el éxito personal y profesional, provenientes de este trabajo, es uno de los indicios, de acuerdo con los calvinistas, de que la persona está predestinada a la salvación.

Esta idea calvinista atrajo a muchos burgueses y banqueros para el calvinismo. Muchos trabajadores también vieron en esta nueva religión una forma de quedarse en paz con su religiosidad.

Principales ideas (concepciones religiosas) defendidas por Calvino:

La salvación sólo se alcanza a través de la fe.
Predestinación: la salvación es concedida por Dios sólo para algunas personas elegidas.
Todo hombre es pecador por naturaleza.
La realización de culto religioso debe ser hecha en local simple y sin imágenes. El culto debe ser compuesto sólo por comentarios bíblicos, sin ceremonias.
Realización de la eucaristía y del bautismo.


La Reforma Anglicana (Inglaterra)

En Inglaterra, el rey Enrique VIII rompió con el papado, después de que éste se negó a cancelar el matrimonio del rey. Enrique VIII funda el anglicanismo y aumenta su poder y sus posesiones, ya que sacó de la Iglesia Católica una gran cantidad de tierras.


Contrarreforma

La iglesia católica al ver que la reforma protestante cada vez crecía más, se unió para responder a esta, lo que se le conoció como contrarreforma Católica.
Esta contrarreforma incluyo la reafirmación de la doctrina milenaria, con la consagración del pan y del vino como el Cuerpo y la Sangre de Cristo y la veneración de las reliquias y las imágenes iconográficas como prácticas cristianas, entre otros puntos.

En el siglo XVI, la Iglesia Católica estaba pasando por una crisis importante. En este contexto, cobró impulso el protestantismo y nuevas religiones que han surgido en Europa , por ejemplo, el calvinismo y el luteranismo.

Para intentar barrar el avance del protestantismo, tras la Reforma Protestante, el Papa Pablo III convocó un concilio para la ciudad italiana de Trento. El Concilio de Trento fue realizado entre los años de 1545 y 1563. Varios asuntos se discutieron y varias acciones entraron en ejecución.


El concilio de Trento

El Concilio de Trento fue una reacción de la Iglesia Católica a la Reforma, iniciada por Martín Lutero en la primera mitad del siglo XVI. Con el crecimiento del protestantismo en Europa, la Iglesia Católica buscó una reacción, que se conoció históricamente como Contrarreforma.


Principales Decisiones en la Contrarreforma:

– Retorno de la Inquisición: destinado a vigilar, hostigar, detener y castigar a los que no estaban siguiendo la doctrina católica. Miles de protestantes, judíos e integrantes de otras religiones fueron perseguidos y castigados por el Tribunal del Santo Oficio.

– Creación del Índice de libros prohibidos (Índice Librorium Proibitorium): libros sobre relaciones contrarias a los principios y las ideas defendidas por la Iglesia Católica. Los libros incautados eran quemados. Quien fuera atrapado con materiales de este tipo recibiría castigos severos. Varios escritores, muchos de ellos científicos, fueron arrestados y condenados por escribir libros con ideas no aceptadas por los católicos.

– Creación de Empresas de Jesús: los miembros de esta compañía fueron los jesuitas. Estos fueron encaminados a los continentes africano, americano y asiático. Tenían como objetivo principal para convertir a los nativos en nuevos católicos, por el adoctrinamiento (la enseñanza del idioma portugués y la doctrina católica hábitos europeos).


¿Tu sabia?

– Se celebra el 31 de octubre el Día de la Reforma Protestante. La fecha es una referencia al 31 de octubre de 1517, día en que Martín Lutero predicó sus 95 tesis en la puerta de la Iglesia de Wittemberg (Alemania).


Consecuencias de la Reforma Protestante

– En muchos países europeos las minorías religiosas fueron perseguidas y muchas guerras religiosas ocurrieron, frutos del radicalismo. La guerra de los treinta años (1618-1648), por ejemplo, colocó a católicos y protestantes en guerra por motivos puramente religiosos. En Francia, el rey mandó asesinar a miles de calvinistas en la llamada Noche de San Bartolomé.

– Disminución de la influencia y del poder de la Iglesia Católica en Europa.
– Surgimiento de nuevas iglesias cristianas como, por ejemplo, Iglesia Anglicana, Iglesia Luterana e Iglesia Calvinista.

– Disminución de la interferencia de la Iglesia Católica en el poder político de los monarcas.
– Fortalecimiento de los principios sociales y económicos de la burguesía, que pasaron a ser sostenidos por la aprobación del lucro (doctrina calvinista).

– Reacción de la Iglesia Católica (Contrarreforma) al movimiento de Reforma Protestante. En este contexto de reacción fue reactivada la Inquisición, creada la Compañía de Jesús y establecido el combate al protestantismo.
– Traducción de la Biblia a otros idiomas, entre ellos el alemán y el francés. De esta forma, más personas pasaron a tener acceso a la lectura de la Biblia.




Un cambio en el pensamiento humano


Durante el siglo XIV Europa sufrió una serie de calamidades naturales, epidemias y guerras que desataron el caos y una profunda crisis. Entre estos sucesos pueden mencionarse inundaciones que llevaron a perjudicar los cultivos, lo que originó grandes hambrunas; la peste negra que mató a millones de personas; los ataques de mongoles y turcos en el Este, la guerra que afectó a varios países y los conflictos entre los estados alemanes y entre las ciudades italianas. También por otro lado, se comienza a dar el cisma o separación de Occidente en Roma y con éste la división del catolicismo.

Esto nos lleva a considerar también los comienzos del Humanismo, en la época del Renacimiento, la cual es difícil de separar de la Edad Media. En este período se ve una clara revalorización del ser humano y su valor como tal, quien se da cuenta que es capaz de hacer y crear por sí mismo. Todos estos cambios llevan a una visión más abierta del papel del hombre en la tierra, lo llevan a querer crear y buscar referencia en las antiguas fuentes del saber, sin la interpretación de los sacerdotes y la religión.

Es difícil establecer cuál es el punto exacto que marcó el final de la Edad Media.

Es importante destacar, sin embargo, dos hechos trascendentales que indiscutiblemente generaron un cambio radical en la historia. Uno es la toma y caída de Constantinopla y otro es la búsqueda de nuevas rutas, debido al bloqueo del paso de Constantinopla, que originó el descubrimiento de un nuevo continente.

Es necesario, no obstante, señalar, que en aquel momento se desconocía que las tierras descubiertas se tratara de un nuevo continente, y se creyó que se trataba simplemente de una nueva ruta para llegar a Asia. Esto explica el por qué aún muchos años después, los navegantes y sabios seguían llamando a este nuevo continente “las Indias”.


1483 a 1546: son las fechas de la vida de Martín Lutero, y mucho más; es la época en la que el mundo se reinventó, décadas de enormes descubrimientos, de transición de la Edad Media a la Edad Moderna.

Probablemente en ningún otro momento de la historia las personas eran tan piadosas y tan temerosas de Dios, soportaron unas plagas tan destructivas y fueron perseguidas por demonios y pesadillas como al final de la Edad Media. El miedo y la preocupación dominaban la vida terrenal, epidemias y catástrofes anunciaban el fin del mundo, tan cercano como cierto, y que pareció haber llegado efectivamente cuando en 1520 los otomanos, comandados por Solimán, conquistaron la hermosa Viena. Y sin embargo, el Renacimiento es una época de esplendor económico, cultural y científico; inventores, descubridores y conquistadores crearon una nueva imagen del mundo, que se hizo más grande tras el descubrimiento de América. La impetuosa evolución de la geografía, la cartografía y la navegación permitió que se emprendieran los grandes viajes de descubrimiento de aquellos años. A través de las nuevas rutas comerciales llegaron a Europa mercancías muy valiosas y el bienestar aumentó en las ciudades influidas por el comercio.

La imprenta se había inventado unas décadas antes, y Lutero sabía con certeza que «la palabra impresa es poderosa». Humanistas como Erasmo de Rotterdam colocaron a la persona, como individuo, en el centro de su doctrina, y artistas como Tiziano, Da Vinci, Brueghel o Durero se orientaron hacia la Antigüedad e intentaron representar a la persona y su entorno con fidelidad. Se fabricaron los primeros relojes de bolsillo, y Nicolás Copérnico declaró en 1543, aún en vida de Lutero, que el sol era el centro del universo, con lo que introdujo el mayor cambio paradigmático del milenio. Lutero no estaba de acuerdo en absoluto con esta conclusión; argüía que este «loco quería invertir toda la ciencia astronómica». El hecho de que en esto se equivocara no desdice en absoluto todos los logros de Lutero, quien había desencadenado una revolución de la fe y del intelecto. «Muchos, muchos están esperando aquí la llegada del hombre adecuado para enfrentarse a Roma»; esta nota escrita en 1516 por un cronista contemporáneo pone de manifiesto que había llegado el momento en que las críticas por el comportamiento de los religiosos se estaban haciendo más fuertes, porque cardenales, obispos, sacerdotes y monjes no predicaban precisamente con el ejemplo. Tenía razón: tan solo un año más tarde Lutero clavaba sus tesis en la puerta de la iglesia de Wittenberg.

En primer lugar quiero resaltar que a partir de La Reconquista allá por el año 800 hasta la formación de España (después de la rendición de Granada), yo desarrollé el libro vía Aragón. Es decir: Condado, Reino y Corona de Aragón hasta su unión con Castilla. Pero hay otro camino de reconquista que es la vía de la del Reino de Asturias, Reino Astur-leones hasta su unión con Castilla que es igual de interesante y emocionante... pero es tema para otro libro.

Después de bastante tiempo empleado en la confección de este libro, me queda la difícil tarea de ponerle un punto y final a estos mil años plagados de acontecimientos.

Todo que está contado fué importante como por ejemplo: las tres religiones básicas que coexistieron en la misma época con sus diferentes ramificaciones y cismas, sobre todo en la religión cristiana que por cierto me llama mucho la atención que para tener la supremacía del poder en toda Europa medieval, la Iglesia o el papado que es lo mismo utilizaran el nombre de Dios para escusarse de tanta sangre derramada en las innumerables guerras que se produjeron a lo largo de todo el medievo. La realidad es muy triste. Todas las guerras y atrocidades que se cometieron fueron “guerras santas” la mayoría de ellas apoyadas por la Iglesia con el objetivo de acaparar territorios, patrimonio y riqueza.En mi opinión es totalmente antagónico con lo que se supone que predicaba Jesucristo, según la curia vaticana.

No entiendo que en pleno siglo XXI la gente creyente o no creyente no se de cuenta de semejante engaño… por que la historia está ahí “es inamovible e incuestionable”.

Los diferentes imperios que se establecieron en Europa y en Hispania como los visigodos los carolingios los musulmanes la larga reconquista cristiana de los territorios ocupados, son en si mismos válidos para poder confeccionar un buen cierre del libro. Pero lo voy a acabar de otra forma; con un artículo publicado por un diario Aragonés en el cual me identifico y, comparto incondicionalmente todo lo que se dice en él.

Os adelanto que después de leer el libro y haber reflexionado sobre el contenido del escrito final… es para ponerse de rodillas en un reclinatorio, dar gracias, y sentir orgullo de pertenecer a un condado,reino y corona. “ARAGÓN”, el inicio de la actual España en la cual vivimos.




Renacimiento: Origen y desarrollo
(A modo de introducción y resumen).


Se denomina Renacimiento al fenómeno cultural iniciado en la Edad Moderna que retoma los principios de la antigüedad clásica pero actualizándola, sin renunciar a la tradición cristiana sustituyendo la omnipresencia de lo religioso por el aumento y afirmación de los valores del mundo y del ser humano.

Todo esto va acompañado de una nueva visión del mundo, de unos cambios sociales y políticos y determinados descubrimientos científicos y geográficos ( Copérnico , Galileo , Kepler …). Es muy importante el descubrimiento de la imprenta ( Gutenberg ), ya que con ella se difunde más fácil y rápidamente la información, así como los conocimientos.

Muchas de las premisas del Renacimiento se vislumbran e iban fraguando ya en tiempos del gótico, en la Edad Media, por lo que el Renacimiento no supone un corte con lo anterior. Es un arte que se aparta de la fe y la religión frente a la razón, lo que se debe a las nuevas ideas de la sociedad del momento.

Hay un gran interés por traducir los textos clásicos que llegan tras la caída de Constantinopla (1453) en manos de los turcos, muchos sabios emigran a Italia aportando sus textos y cultura.

La palabra que define este movimiento es el humanismo , que se caracteriza porque las ideas van centradas en la figura del hombre. Es un paso del teocentrismo medieval al antropocentrismo renacentista.

En cuanto al aspecto artístico, la llegada del Renacimiento supone un cambio de los elementos góticos por los elementos de la cultura grecorromana, buscando las medidas que llevan a la armonía. Se intentan utilizar elementos armónicos que rigen el universo para sus representaciones. Además, se buscan unas relaciones de belleza y armonía a través de las matemáticas. La escultura del ser humano se convierte en un elemento fundamental.


Qué fue el Renacimiento

Como ya lo expresamos, se denomina Renacimiento al fenómeno cultural o movimiento de revitalización cultural que surge en Europa Occidental durante el siglo XIV, que se desarrolla en los siglos XV y XVI y que se muestra como característica esencial su admiración por la antigüedad grecorromana. Este entusiasmo, que considera las culturas clásicas como la realización suprema de un ideal de perfección, explica el calificativo de Renacimiento, pues en verdad se trataba de un renacer, de un volver a dar vida a los ideales que habían inspirado aquellos pueblos.

En principio, se aspiró a una renovación en todos los aspectos de la cultura humana, filosofía, ética, moral, ciencia, etcétera encaminada a la hechura de un hombre que fuera compendio y resumen de todas las perfecciones físicas e intelectuales. Pero lo más característico de esta época es la separación entre lo cívico y lo religioso .

También se puede afirmar que el Renacimiento es uno de los grandes momentos de la historia universal que marcó el paso de mundo Medieval al mundo Moderno . Es un fenómeno muy complejo que impregnó todos los ámbitos yendo, por tanto, más allá de lo puramente artístico como ha querido verse.

La educación empieza a cobrar una importancia primordial y, como las normas medievales no funcionan, se acude a los clásicos de la Antigüedad, quienes actúan como modelos y estímulo. La recopilación de los códices antiguos, el análisis y asimilación del espíritu que animaba a griegos y romanos constituye el movimiento denominado Humanismo.

El término Renacimiento , entonces, simboliza la reactivación del conocimiento y el progreso tras siglos de predominio de la mentalidad dogmática establecida en la Europa de la Edad Media . Esta nueva etapa planteó una nueva forma de ver el mundo y al ser humano, el interés por las artes, la política y las ciencias, revisando el teocentrismo medieval y sustituyéndolo por un cierto antropocentrismo.


Para algunos, la llegada de Colón a América en 1492 marca el inicio del Renacimiento.

Para muchos autores empieza en 1453 con la conquista turca de Constantinopla. Según otros es un nuevo periodo que surge desde el descubrimiento de la imprenta, e incluso se considera que no se produce hasta que Copérnico descubre el sistema heliocéntrico; pero la fecha tope considerada como su inicio es 1492, cuando ocurre el descubrimiento de América .

El término Renacimiento deriva de la expresión italiana rinascita , vocablo usado por primera vez por el literato Petrarca. .

El Renacimiento es, ante todo, un espíritu que transforma no sólo las artes, sino también las ciencias, las letras y formas de pensamiento. En su conjunto, como ya dijimos, se ha visto una clara reacción al espíritu teológico de la Edad Media; sin embargo, la ruptura no se produce de manera violenta.

Durante buena parte del siglo XV se mantienen las formas del arte medieval, iniciándose una convivencia entre los clasicismos, que poco a poco van a ir imponiéndose a los elementos góticos en autores como Brunelleschi o Fra Angelico que ensayan movimientos que posteriormente se van a desarrollar. Esta serie de fenómenos nos dan a entender que hablar de ruptura no es del todo correcto, es quizá más una evolución que nos permite comprender mejor ciertas manifestaciones del siglo XV.


Orígenes del Renacimiento

El Renacimiento tuvo su origen en Italia en los siglos XIV y XV, llegando a su apogeo al iniciarse el siglo XVI. De Italia se extiende lentamente por Europa excepto Rusi

En el transcurso de los cincuenta años que van desde 1520 a 1570, discurre la madura plenitud del Renacimiento y también se percibe su ocaso. Toda la Europa de Occidente toma parte ahora en el movimiento de las artes y de las letras.

La recepción de los gustos italianos se generaliza, los grandes maestros surgen ya no sólo en Italia, sino en todo el ámbito de las monarquías occidentales. Pero el desarrollo normal de la cultura renacentista se ve afectada por el hecho simultáneo de las luchas religiosas derivadas de la revolución protestante.


Las transformaciones culturales del Renacimiento


En cuanto a cultura y modo de vida en el Renacimiento, se puede decir que mientras en la era anterior, que a su vez marca el principio del renacimiento, la gente vivía dentro de grandes propiedades de nobles de la época llamadas feudos y cada uno de estos tenía dentro de sus propiedades todo lo que necesitaba para ser autosuficiente, ahora se cambia este tipo de vida y comenzaron a desarrollarse propiamente lo que son las ciudades y las villas o poblaciones, pasando poco a poco el dominio de la comunidad a los comerciantes y fabricantes de todo tipo de bienes (tanto de necesidad como suntuarios) y que la gente, ya fuese noble o plebeya, requería o deseaba poseer.

En el Renacimiento cabe destacar también el desarrollo de la arquitectura, así como la creación de grandes obras de la literatura universal como "La Divina Comedia", de Dante Alighieri; obras también surgieron de Fran cisco Petrarca y Juan Boccaccio y muchos otros literatos.

Que el Renacimiento sea italiano es porque Italia es fundamental por su pasado histórico que ahora se quiere recuperar e impulsar. Además hay otro factor relevante y es que en Italia nunca hubo un arraigo total y fuerte de lo medieval como ocurrió en el resto de Europa, precisamente porque aún estaba latente el espíritu clásico.

Las Cruzadas habían intensificado el tráfico comercial entre Oriente y Occidente, enriqueciendo especialmente a las ciudades italianas Venecia, Génova, Pisa y Florencia. Dentro de sus muros y al amparo de sus escuadras, un grupo de banqueros, comerciantes, industriales y artesanos consiguieron la seguridad y la libertad para el despliegue de sus capacidades personales.

Estos burgueses aprendieron, mediante la experiencia personal y colectiva, que el éxito de sus empresas económicas dependía de la capacidad para calcular y anticiparse a las circunstancias mediante decisiones oportunas. Su posición individual en la sociedad no dependía del nacimiento ni del arbitrio del señor ni de la voluntad divina, sino de sí mismos.

Políticamente, Italia se organizó en torno a ciudades-estado que obtuvieron un gran auge artístico y político encabezadas por Florencia.

En el Renacimiento, entonces, la historia de Italia es la de sus cinco estados principales: Florencia, Milán, Nápoles, Venecia y el Papado. Las constantes luchas por ampliar las fronteras hicieron posible la creación de un nuevo grupo social: los Condottieri , que eran personajes especializados en la guerra, grandes estrategos que estaban generalmente al mando de una compañía, aunque, en última instancia, su suerte la decidían el poder, las necesidades, los objetivos y los recursos del príncipe o Estado al que servían.

Las guerras entre los estados italianos se hacían mediante contratos, por tanto, a través de los condottieri, durante casi dos siglos. Esta tradición seudo-mercenaria se hizo presente en Europa desde el siglo XIII, gracias en parte al desarrollo económico de las ciudades, el crecimiento demográfico y la tradición de las Cruzadas, haciendo posible que parte de la clase de terratenientes se aúnen para producir un gran excedente de grupos armados fuertemente cualificados.

Desde finales del siglo XV los condottieri fueron personajes para los que la guerra era una empresa esporádica más que una actividad permanente; la clave de este sistema se basaba en la condotta, contrato en el que se especificaban las condiciones de los servicios prestados por el capitán y sus soldados y su retribución por ellos.

Este tipo de contrato se utilizó en otros ámbitos, gracias al nacimiento de una fuerte burguesía próspera que buscaba su propio beneficio. Nace ahora la clientela , debido a que la economía se va liberando y van tomando autonomía los pequeños comerciantes y banqueros que, con su mecenazgo, van a impulsar relaciones comerciales a nivel nacional e internacional.

Pero este movimiento de capital no estaba controlado por un Estado fuerte que promoviera dichas iniciativas, sino que generalmente funcionaban como empresas privadas, gestionadas a menudo sobre una base familiar, subordinándose a la iniciativa de un linaje o clase social acomodada. Generalmente se trataba de aristócratas que no eran miembros de la nobleza ni pretendían serlo, y, sin embargo, eran reconocidos como personajes de alto prestigio en la sociedad renacentista. Se mantenían al margen de la corte, valiéndose de la situación de que el príncipe o monarca no conocían los mecanismos financieros, abriéndose para ellos un campo extraordinario de oportunidades como operadores económicos o intermediarios entre ellos financiando algunos de los gastos extraordinarios de la corte. Pero aun sin pertenecer a la clase nobiliaria y eclesiástica, gracias a su capital rivalizaron con ellos.

Ya hemos dicho antes que el Renacimiento surgió en Italia, pero, además, el Renacimiento del siglo XV se da sólo en este país. Se puede decir que en Francia, España y Alemania hacia 1450 a 1500 ya se conoce este movimiento, pero no se desarrolla plenamente hasta el siglo XVI.

El renacer de Italia estuvo ligado a la idea de la recuperación de la grandeza de Roma, que tras la caída del Imperio Romano, y un periodo de anarquía y confusionismo, desde el quattrocento se trata de romper con esa etapa bárbara para volver a esa idea de grandeza latina. La pérdida de poder de la iglesia hizo que se propagaran las herejías , que a fines del siglo XVI propiciarán la Reforma Protestante .

En esta época el Imperio Bizantino se tambaleaba por los turcos; la economía europea estaba en crisis y las revueltas se propagaban. Esta etapa de crisis afectó al pensamiento: el escolasticismo de la Edad Media cae en un escepticismo radical. Los primeros pensadores cristianos concedían una primacía al espiritualismo sobre lo material, existía una visión providencialista, el poder de los Papas sobrepasaba al de los Príncipes y esto dio lugar a inicios del Renacimiento a enfrentamientos entre ambos poderes.

Teorías de inicios del Renacimiento proponen que el gobierno es una institución terrenal pero de origen divino. Surgen entonces nuevos pensadores que renuevan la teoría política, exigiendo la separación de poderes: el gobierno es una institución terrenal de invención humana que no tiene nada que ver con la divinidad. Uno de los primeros teóricos en afirmar esta otra teoría fue Dante , que, en su obra De Monarquia defiende la autoridad civil sobre la eclesiástica. Otros tantos pensadores también proponen esta división.

La teoría política de este periodo llega a su apogeo con Nicolás Maquiavelo , pensador que influirá posteriormente en el pensamiento del Barroco. Como secretario de la Cancillería florentina, cumple numerosas misiones al servicio del gobierno de su ciudad. Es un excelente observador y en sus escritos refleja el apasionante mundo político de su época.

Su vida y personalidad se hubiera limitado a la urgente y múltiple actividad diplomática si sus rivales no le hubieran enviado al destierro durante doce años. En el retiro redacta las obras que lo han inmortalizado. En ellas se presenta un conjunto de máximas prácticas, sugeridas por sus observaciones personales y el estudio de la historia romana.

Maquiavelo propone por primera vez la total separación de poderes entre la Iglesia y el Estado, pero incluso fue más allá: en su obra Discursos afirmó que el objetivo de un buen gobernante debía ser el bienestar de su comunidad, por tanto el soberano podía saltarse cualquier cuestión moral, ética o religiosa.


Nicolás Maquiavelo.

La polémica estaba servida en los núcleos eclesiásticos, culminando con la Reforma . Todas estas ideas fueron posibles también gracias a los avances científicos de este periodo. La ciencia cobrará un fuerte desarrollo gracias al humanismo y la inquietud intelectual.

El humanismo tiene sus antecedentes en plena Edad Media, en la modernidad del pensamiento de Abelardo , filósofo francés del siglo XII, que propugno una filosofía individualista ensalzando la grandeza humana, en un momento en que domina la idea de Dios sobre lo terrenal.

El término Humanismus fue acuñado en 1808 por el alemán Netharmer , refiriéndose al valor formativo en la educación de los clásicos grecolatinos. El humanista del Renacimiento era por definición un erudito, un hombre culto, enamorado de la antigüedad y preocupado por el estudio de todas las disciplinas en el campo del saber. Se siente atraído por la filosofía de Platón.

El hombre humanista se centra en el estudio de la cultura clásica, en el estudio del hombre como individuo y en su capacidad intelectual para el estudio de todos los campos del saber: ciencia, filosofía, arte... El ideal es un hombre completo, armónicamente desarrollado en lo físico y en lo espiritual que no limita su saber a un campo concreto, sino abierto a lo universal. La plena confianza que se tiene en el hombre da lugar al antropocentrismo .

El intelectualismo de este periodo produjo grandes avances en el mundo de las ciencias, acrecentado por el descubrimiento de la imprenta que ayudó a la difusión del conocimiento por todas las cortes europeas.


La invención de la imprenta

Aunque los chinos desde el siglo VII eran ya capaces de producir impresos, no sería sino hasta 1447 cuando se conoció la imprenta de caracteres movibles gracias a los esfuerzos de un hombre llamado Johannes Gensfleich (mejor conocido como Gutenberg) . Con él apareció una técnica de imprimir basada en la fundición de caracteres de plomo y estaño.

Se puede decir que esta técnica contribuyó en mucho a la difusión del conocimiento por el ser humano, pues antes elaborar un libro requería de muchísimo trabajo y dedicación, principalmente por parte de los monjes, para realizar una copia manuscrita de cualquier texto para su difusión.

El hombre en el terreno científico trata de profundizar en las aplicaciones y fundamentos de la ciencia; así hay un gran desarrollo de la oftalmología; las cátedras de cirugía y anatomía en las Universidades serán desarrolladas por los médicos que se van dirigiendo cada vez más por el camino práctico como Miguel Servet , quien publicó el Tratado de Terapéutica donde manifiesta ser el descubridor de la circulación pulmonar, dejando la puerta abierta para que posteriormente se descubra la circulación de la sangre.

La astronomía fue uno de los campos más importantes en el progreso científico, que influirá en el cambio de pensamiento de los europeos gracias a la obra de Copérnico De Revolutionibus Orbium Caelestium donde tira por la borda las teorías geocentristas de Ptolomeo , afirmando un sistema heliocéntrico que explica de manera más efectiva los fenómenos astronómicos observados. Se producen también extraordinarios inventos en el campo de la navegación , impulsados por el descubrimiento de América : aparecen el astrolabio y el nocturlabio, la carta náutica o portulano , inventos que facilitaron la navegación y el afán de aventura y conquista de nuevos territorios.

A partir del siglo XVI estos conocimientos comienzan a difundirse por toda Europa.


El Humanismo

El humanismo (representantes principales Maquiavelo, Tomas Moro) como tema hace referencia, principalmente en los grandes pensadores de la época, tanto en lo cultural como en lo histórico a seis aspectos generales:

1.- Antropocentrismo (es decir enfoque en el ser humano) en lugar de Teocentrismo (enfoque en Dios), ya que las principales ideas y obras del renacimiento buscan tributar honor al hombre, centro de sus preocupaciones y su inspiración.

2.- Retorno a los cánones griegos: tanto la escultura como la pintura retoman los ideales clásicos y griegos como modelo de sus obras.

3.- Preponderancia de las artes sobre la ciencia y la filosofía.

4.- Reforma protestante: a partir del siglo XVI el cristianismo comienza a verse divido por gran variedad de religiones protestantes, cuyo principio básico, que es el libre examen, tratará de echar por tierra la autoridad papal.

5.- Fin del Feudalismo : como ya se había mencionado con anterioridad, la desaparición de los feudos por las necesidades del comercio con otras partes del mundo, lo cual traerá consigo el nacimiento de ciudades y estas a su vez el nacimiento de naciones.

6.- Inventos y descubrimientos: Principalmente entre los primeros la imprenta y en los segundos el continente americano y con los segundos el nacimiento de los grandes imperios como el Español y el Inglés.


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Epílogo final a "la Enigmática Edad Media"
Por Ramón G. Herrando.

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La expresión "Edad Media" ha sido empleada por la civilización occidental para definir el periodo de 1000 años de historia europea entre el 500 y 1500 d. C.  EL inicio de la Edad Media está señalado por la caída del Imperio Romano Occidental, generalmente tomado como el fin de la historia clásica antigua. El inicio del Renacimiento (de Europa) marca el final de la Edad Media. Entre los acontecimientos que determinaron el final de este periodo destacan la caída de Constantinopla en 1453; la utilización por primera vez de la imprenta en 1456; el descubrimiento de América en 1492; la Reforma Protestante iniciada por Lutero en 1517, y el florecimiento de las artes en Italia. La Edad Media se sitúa, por lo tanto, entre lo que conocemos como historia antigua e historia moderna.

La Edad Media fue un período de la historia europea que dejó profundas huellas en el continente. Marcada por importantes acontecimientos históricos, su inicio y su fin se encontraron entre cambios culturales, políticos, sociales y económicos, convirtiéndose en uno de los períodos más fascinantes de la historia.


A lo largo de los 16 capítulos que he ído desarrollando en La enigmática Edad Media, hemos podido ver y analizar lo siguiente:

* Las dos primeras religiones monoteístas que se prodigaron en la Edad Media: el Judaismo y el Cristianismo.

* Las invasiones y conquistas de los bárbaros, sobre las diversas provincias del imperio romano.

* El Imperio Bizantino y la aparición de la Iglesia ortodoxa.

* El Reino Visigodo en Hispania.

* El establecimiento del Imperio de Carlomagno, guerrero franco que intentó reconstruir el antiguo imperio de Roma.

* El nacimiento, en Arabia, de una nueva religión, llamada musulmana o islamismo, predicada por Mahoma.

* La invasión, o arabización en España de los musulmanes, los cuales fueron definitivamente expulsados por los Reyes Católicos, Isabel y Fernando.

* Reinos Cristianos e início de la Reconquista.

* La creación del antiguo Condado de Aragón en el siglo VIII, embrión insustituible en la formación de la actuál España en la que nos encontramos.

* La implantación de un nuevo sistema de "gobierno". el feudalismo, sistema por el cual unos pocos terratenientes se adueñaron de las tierras de casi toda Europa y de sus habitantes, a quienes les permitían explotar sus tierras a cambio de un impuesto.

* Las Cruzadas. que fueron expediciones religiosas y militares, para recuperar el sepulcro de Cristo.

* La desigualdad social y el poder absoluto de la Iglesia fueron otras de las características de esta época.


Analizando este vasto y complejo periodo de más de mil años de duración (la enigmática Edad Media) y después de haber confeccionado este libro (creo que didáctico),tengo que decir que me he quedado maravillado, impresionado y en ocasiones estupefacto al leer e introducirme en los grandes imperios que se establecieron en el medievo tanto en Europa como en la Península Ibérica.

Pero todo esto no me hubira sido posible realizarlo sin la colaboración de la gran herramienta del siglo XXI llamada, “ INTERNET “.

No me pude imaginar antes de haberme sumergido en la realización de ésta obra, el enorme potencial de recursos que tenía a mi alcance como: datos biográficos exactos, cronologías de reyes y emperadores de los diversos imperios o civilizaciones que se establecieron tanto en Oriente como en Occidente , también me ha ayudado foros de devate de profesores e historiadores, expertos en las diferentes materias del medievo así como enorme documentación geografica, costumbres y forma de vivir en aquella singular, época tan oscura.

Yo no he descubierto nada nuevo ni he investigado en códices antiguos ni he excabado en ningún yacimiento arqueológico. Solo me he decicado a leer, recabar información y contrastarla en diferentes tertulias con personas mucho más expertas que el que os habla. Por consiguiente yo solo hago la función de hilo conductor e intentar ordenar cronológicamente la gran cantidad de acontecimientos que se produjeron en tan dilatado espacio de tiempo. Creo que el resultado final de la obra, no está del todo mal.

Pero... la obra no está concluída. Aprovechando las bondades de Internet, me permite seguir añadiendo, ampliando y actualizando contenidos con la intención de darle mas empaque y rigor a la obra. También intoduzco diversos videos para complementar y ampliar los contenidos en todos los capítulos de la obra.

En primer lugar quiero resaltar que a partir de La Reconquista allá por el año 800 hasta la formación de España (después de la rendición de Granada), yo desarrollé el libro vía Aragón. Es decir: Condado, Reino y Corona de Aragón hasta su unión con Castilla. Pero hay otro camino de reconquista que es la vía de la del Reino de Asturias, Reino Astur-leonés hasta su unión con Castilla que es igual de interesante y emocionante... pero es tema para otro libro. No obstante, en el capítulo 8 dedicado a la Reconquista, doy unas pinceladas sobre esa segunda vía de reconquista, con acontecimientos también, sumamente interesantes.

Después de bastante tiempo empleado en la confección de este libro, me queda la difícil tarea de ponerle un punto y final a estos mil años plagados de acontecimientos.

Todo que está contado fué importante como por ejemplo: las tres religiones básicas que coexistieron en la misma época con sus diferentes ramificaciones y cismas, sobre todo en la religión cristiana que por cierto me llama mucho la atención que para tener la supremacía del poder en toda Europa medieval, la Iglesia o el papado que es lo mismo utilizaran el nombre de Dios para escusarse de tanta sangre derramada en las innumerables guerras que se produjeron a lo largo de todo el medievo. La realidad es muy triste. Todas las guerras y atrocidades que se cometieron fueron “guerras santas” la mayoría de ellas apoyadas por la Iglesia con el objetivo de acaparar territorios, patrimonio y riqueza. En mi opinión es totalmente antagónico con lo que se supone que predicaba Jesucristo, según la curia vaticana.

No entiendo que en pleno siglo XXI la gente creyente o no creyente no se de cuenta de semejante engaño… por que la historia está ahí “es inamovible e incuestionable”.

Los diferentes imperios que se establecieron en Europa y en Hispania como los visigodos los carolingios los musulmanes o la larga reconquista cristiana de los territorios ocupados, son en si mismos válidos para poder confeccionar un buen cierre del libro. Pero lo voy a acabar de otra forma; con un artículo publicado por un diario Aragonés en el cual me identifico y, comparto incondicionalmente todo lo que se dice en él.


Os adelanto que después de leer el libro y haber reflexionado sobre el contenido del escrito final… es para ponerse de rodillas en un reclinatorio, dar gracias, y sentir orgullo de pertenecer a Aragón; Condado,Reino y Corona, embrión insustituible en la Historia de España.  




Aragón es mucho más


Articulo publicado por Miguel Caballú Albiac, miembro del SIPA, en Heraldo de Aragón el 5 de Junio de 2002.

Aprendimos en la amorosa geografía de la infancia que la superficie de Aragón son algo más de 47.000 kilómetros cuadrados. Luego hemos podido comprobar que eso no es cierto, que Aragón es mucho más. Cuando uno sale al Mediterráneo, la presencia aragonesa es todavía relevante. Se puede disfrutar en la isla de Ischia, sentado en una terraza de la Piazza Aragona, frente al Castello dei aragonesi, al que se accede por el ponte de Aragón. El disfrute refrescante alcanza limites supremos cuando al gusto y a la visión se une la reflexión y se condimenta la información con una pizca de orgullo, espolvoreado de autoestima, y con unas gotas de añoranza. A veces, el resultado es un buen cabreo.

El cabreo viene de que en la reflexión se te aparece la veintena de castillos aragoneses de Sicilia o sur de Italia, donde cada día se restaura añadiendo valor a unos monumentos que simultáneamente van perdiendo aragonesismo, porque se van borrando las claves de su origen. Y uno sigue cabreado cuando recuerda el relato que en sus patios de armas recitan los bienintencionados sicilianos, calabreses o napolitanos, con abundantes referencias al gótico catalán, o a la dinastía de Barcelona.

Da igual, por ejemplo, tomarte el refresco en Rodas, en la plaza del Museo Arqueológico, al inicio de la Calle de los Caballeros. Los caballeros de Rodas, después de Malta y siempre de la Hospitalaria y Soberana Orden Militar de San Juan, construyeron en esa calle la Casa de la Lengua de Aragón, para atender a los peregrinos de aquella tierra nuestra muy ampliada. La calle puede ser la más hermosa de cuantas hunden sus cimientos en el medievo y las Casas de las diferentes Lenguas territoriales están restauradas y en uso exquisito. Sólo falta la Casa de la Lengua de Aragón. Y si alguien pasea por las imponentes murallas de Rodas, podrá ver la obra del aragonés, de Munébrega, Juan Fernández de Heredia, Gran Maestre que, además de mil cosas que serían relatables para orgullo de aragoneses actuales, puso puertas y armas heráldicas en los lienzos defendidos por los aragoneses y que todavía se llaman de Aragón.

Lo mismo diríamos sobre los territorios de Cerdeña, Malta, Túnez, o de la Europa peninsular, como el sur de Francia cada vez más alejado de Aragón, la Cerdaña ya solamente prolongación catalana o Aviñon donde la sombra de Benedicto XIII se proyecta día a día más débilmente.

¿Y el Castelnuovo de Nápoles? Alfonso V se puso en mármol blanco con todo su cortejo en el majestuoso pórtico acastillado de entrada, en plan tan renacentista y atractivo que gustó reinterpretarlo el pintor Villaseñor en la Diputación de Zaragoza en su Salón de plenos. Así se trajo el recuerdo de la gloria de Aragón aquí, a Zaragoza, pero mi reflexión va por el camino inverso: es necesario "exportar" de nuevo la presencia aragonesa por los antiguos territorios de la Corona. Hay que transportar nuestra realidad actual allí.

Ya se sabe que la política exterior es competencia del Estado español, y hasta la promoción turística internacional le corresponde. Nuestro enteco Estatuto de Autonomia no da para más. Pero quizá deberíamos mirarnos menos el ombligo y no limitar nuestras aspiraciones al territorio actual. La ambición cultural no debe tener límites. Aragón puede y debe prolongar sus raíces donde las hubo y donde lamentablemente quedan cada vez menos. Quizá no se haya podido anteriormente por falta de recursos o de apoyos a los estudiosos que con sus trabajos ponen de actualidad una realidad pasada, que, no lo olvidemos, puede influir en mejorar nuestra proyección presente.

Cada entidad vale lo que valen sus relaciones. Aragón tiene la posibilidad de tender puentes y lazos que le lleven culturalmente a todo el Mediterráneo. Que nadie se asombre, pero tendidos los puentes vienen las relaciones comerciales, la industria, el comercio, los encuentros, los intercambios, el turismo... la riqueza material. Alguna Comunidad ya se ha dado cuenta…

En cualquiera de los territorios de la Corona de Aragón se tropieza con apellidos de origen aragonés. En cualquier torre desmochada frente al Mare Nostrum se ocultan emblemas de Luna, Gurrea, Cornel, Alagón, etc. Cualquier catedral o iglesia mantiene capillas con devociones aragonesas, y guarda sepulcros y laudas funerarias de personajes aragoneses, a veces regios. En cualquier pueblo o ciudad mediterránea son veneradas reliquias o se celebran fiestas y tradiciones populares heredadas de los aragoneses.

Pero hay muy poco de presencia actual. Ni calles ni plazas están dedicadas a Aragón. No hay entidades culturales, universidades aparte, que defiendan nuestro pasado para enriquecer el presente. Ni folletos que recuerden las huellas aragonesas, apropiadas en cada momento por el más fuerte. Ni guías turísticos que entiendan la asombrosa entidad de la Corona de Aragón y sepan que eso que explica de que el Rey de Cataluña era principe de Zaragoza no es cierto.

Aragón es mucho más que los 47.000 kilómetros de su geografía. Algo hay que hacer para que se reconozca y se rentabilice. Los aragoneses, que en feliz frase de insigne erudito somos pocos, pero no poco, hemos de asumir el compromiso y calibrar las ventajas de una política de expansión fronteriza virtual, apoyada en el arte y la historia. Una política que correspondería a nuestro Gobierno Autónomo, a nuestras entidades culturales, sociales, económicas... Aragón no somos muchos, pero podemos ser mucho.





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